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Los Colegios de Médicos deben participar en la elaboración de recomendaciones frente a los conflictos de interés


Uno de los temas centrales del Módulo de Ética y Deontología celebrado en el marco de la III Convención de la Profesión Médica fue el relativo a «Los conflictos de interés en la profesión médica», en el que se destacó el papel de los Colegios para su resolución

Madrid, 5 de diciembre 2012 (medicosypacientes.com)

Uno de los temas centrales del Módulo de Ética y Deontología celebrado en el marco de la III Convención de la Profesión Médica fue el relativo a «Los conflictos de interés en la profesión médica», entendidos como «una circunstancia frecuente y no siempre evitable, de la que no necesariamente se deriva una conducta reprobable», tal como se puso de manifiesto en la mesa redonda celebrada sobre esta cuestión, moderada por el doctor Pedro Trillo, presidente del Colegio de Médicos de Orense, y a la que asistieron  los doctores Rogelio Altisent, con una reflexión preliminar sobre el tema; Francisco Javier de Teresa Galván, presidente del Colegio de Médicos de Granada, que actuó de relator;  y Miguel Vilardell, presidente del Colegio de Médicos de Barcelona, de discursor. Además, participaron con sus preguntas los presidentes de los Colegios de Vizcaya, Cosme Naveda; de Castellón, José Antonio Herranz; y de Salamanca, Manuel Gómez Benito.

El desafío ético está en reconocer el conflicto y encontrar  el modo de afrontarlo o resolverlo, según se puso de manifiesto. Al respecto, Rogelio Altisent destacó la conveniencia de definir correctamente el concepto de conflicto de interés  «como una figura moral en la toma de decisiones de quien tiene un deber u obligación (denominado interés primario) que choca con un interés de carácter personal (interés secundario), que puede distorsionar el juicio profesional de un modo no razonable o inaceptable, haciendo temer que la justicia sea lesionada» . En el ejercicio de la medicina el interés primario es siempre la salud del paciente, que a veces se ve comprometido por intereses secundarios, ya sean económicos o de reconocimiento profesional.

Altisent también destacó la importancia de diferenciar el conflicto de interés de la figura del soborno, que supone un comportamiento contrario a la justicia, reprobable tanto desde el punto de vista ético como legal.  También quiso diferenciar el denominado conflicto de obligaciones o lealtades que, por ejemplo, tiene un médico por un lado ante un paciente que le solicita una baja laboral por un motivo formalmente inapropiado, aunque sea humanamente comprensible en el contexto de la relación clínica, y por otro lado ante la sociedad que le confía la gestión de una prestación social para dar protección social a los enfermos que no pueden trabajar.

Por su parte, el presidente del COM Granada, Francisco de Teresa Galván hizo hincapié en la necesidad de anteponer una autorregulación moral de los profesionales previa a la regulación administrativa, que ya existe en muchos casos. El Código de Deontología Médica, en su artículo 23.2 dice que «es contrario a la Deontología Médica solicitar o aceptar contraprestaciones a cambio de prescribir un medicamento o utilizar un producto sanitario», algo que se recuerda en el Artículo 66.3.: «El Médico no percibirá comisión alguna por sus prescripciones ni por los materiales empleados en la atención de los pacientes ni podrá exigir o aceptar retribuciones de intermediarios». En relación a la docencia e investigación, el artículo 23 detalla que: «cuando para desarrollar actividades científicas y de formación, se reciba financiación externa de entidades con ánimo de lucro, deberá explicitarse con claridad y transparencia la naturaleza y alcance del patrocinio». En lo que respecta a médicos que participan en investigaciones o en estudios farmacológicos patrocinados por la industria farmacéutica, deben dejar claras sus vinculaciones con la industria mediante la correspondiente declaración de intereses. En la misma línea, el artículo 23.10 del CDM aclara que «el médico que en calidad de experto hace recomendaciones de un producto específico, tanto en medios científicos como en medios de comunicación general, deberá comunicar su vinculación con la industria sanitaria, si la hubiere, mediante la correspondiente declaración de intereses».  En el caso de una investigación, Francisco de Teresa recordó que es contrario a la Deontología «no mencionar todas fuentes de financiación del trabajo que motiva la publicación».

Desde el punto de vista del doctor Miguel Villardel, presidente del Colegio de Médicos de Barcelona, el conflicto de interés surge cuando el médico realiza trabajos fuera de la asistencia, ya sea en el terreno de la gestión, la investigación o la docencia. Para Villardel surge un problema moral que ha de resolverse priorizando siempre los intereses del paciente, previendo las situaciones que pueden provocar un conflicto de Interés y actuando con prudencia y sobre todo, con transparencia, explicando con claridad cuáles son las vinculaciones que afectan a la relación médico-paciente. En el terreno de la enseñanza, Villardel  resaltó la necesidad de hacer compatible el bienestar y la intimidad del paciente con las necesidades formativas de los estudiantes,  sin que la negativa de un paciente a formar parte de una lección suponga un trato discriminatorio por parte del facultativo. En este sentido, planteó la cuestión ética de informar al paciente de estar siendo tratado por un médico en formación.

En el campo de la investigación, Villardel consideró esencial informar a los participantes en los ensayos clínicos sobre los posibles efectos adversos del tratamiento. Además, opina que la remuneración por la participación en investigaciones y charlas debe ser proporcional al trabajo realizado, puesto que de lo contrario se generaría un CI. Este tipo de situaciones conflictivas también se dan en el ámbito de la dirección y la gestión, donde se pide la colaboración a líderes de opinión que tienen vinculaciones con la industria farmacéutica. Estas conexiones deben ser absolutamente transparentes para que las decisiones sobre la compra de determinados productos en instituciones sanitarias no quede en entredicho. El conflicto surge también cuando las decisiones correctas y eficientes no complacientes con el sistema.

El moderador de la mesa, Pedro Trillo, planteó la labor de los colegios médicos ante este tipo de conflictos y que sean los órganos colegiales los que describan los posibles CI, elevando a las comisiones deontológicas aquellos que supongan dudas. En este sentido, el presidente del Colegio de Médicos de Castellón, el doctor José Antonio Herranz Martínez, presidente del COM Castellón, propuso la creación de una «oficina de conflictos» por parte de los Colegios.

Finalmente, la opinión generalizada, por parte de los asistentes respecto a los conflictos de interés relacionados con la investigación, con la industria farmacéutica  y con los médicos que ejercen en la Gestión Sanitaria, es que no se están afrontando adecuadamente desde la profesión médica.

Así, una amplia mayoría de representantes de la profesión opina que los Colegios de Médicos deberían elaborar recomendaciones que orienten a los colegiados en la resolución de los CI. El foro también determinó que sería aconsejable que los centros asistenciales dispusieran de sus propias normativas sobre conflictos de intereses.

 

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