sábado, julio 27, 2024

Portal informativo de la Organización Médica Colegial de España

InicioHistoricoTribulaciones de un cirujano sobre la necesidad de renovar el Sistema Sanitario...

Tribulaciones de un cirujano sobre la necesidad de renovar el Sistema Sanitario Español

La necesidad de renovar el sistema sanitario español mediante el aprovechamiento de la energía de los jóvenes que llegan ilusionados a la profesión médica, y que ésta no se pierda en las labores burocráticas, la mala organización, o las diferencias entre el staff, es una de las recomendaciones que el cirujano Javier Herrera plantea en su blog Tribulaciones de un cirujano.

Madrid, 27 de diciembre de 2011 (medicosypacientes.com)

La necesidad de renovar el sistema sanitario español mediante el aprovechamiento de la energía de los jóvenes que llegan ilusionados a la profesión médica, y que ésta no se pierda en las labores burocráticas, la mala organización, o las diferencias entre el staff, es una de las recomendaciones que el cirujano Javier Herrera plantea en su blog Tribulaciones de un cirujano.

El doctor Herrera reclama la puesta en marcha de un plan Renove, un plan energético para no poner en peligro la sostenibilidad del sistema donde la energía se transforme en trabajo, formación, reconocimiento de la sociedad y no en rigidez y predominio de la gestión política de la sanidad.

La Energía del Sistema Sanitario Público (Artículo completo)

Todo el mundo sabe que los hospitales públicos son un ente que funciona sin que nadie sepa cómo: no hay asignación de tareas, no existe una autoridad clara, la improvisación es la solución habitual a los problemas, pero a pesar de todo, hay una fuente inagotable-recientemente no tanto-de jóvenes médicos con energía suficiente para hacer funcionar el sistema.

La sanidad pública se paga con los impuestos de los ciudadanos-léase asalariados por cuenta ajena que cobran una nómina- pero la energía necesaria para su funcionamiento no es el dinero sino el trabajo, la dedicación, y la ilusión de médicos y enfermeras que entran todos los años con energías renovadas a los hospitales con la esperanza de labrarse una carrera profesional.

Los miembros del staff -médicos especialistas- se dividen en dos castas totalmente diferenciadas, no por la bata o la responsabilidad sino por las condiciones del contrato y los derechos adquiridos legalmente y los autoadjudicados ilegalmente- o por la costumbre “consuetudinarios”-, pero consentidos y compartidos por las direcciones.

Los dos bloques son: los propietarios de la plaza por oposición “fijos” y los denominados interinos. Los cirujanos de nuestra generación se encontraron con la desagradable realidad de que en un periodo de 14 años no se convocaron oposiciones en el sistema sanitario público (1989-2002 más o menos). El resultado fue que la interinidad en las plantillas superaba el 40% y que los interinos estuvieron sin cobrar la antigüedad y los complementos salariales de los fijos durante muchos años-en mi caso 16-aunque lo habitual  era que el peso de las tareas de los servicios recayera sobre nosotros, especialmente en todas las tareas rutinarias, científicas, docentes y de  la innovación.

A pesar de esta realidad los fijos defendían, y en general, eran apoyados por los jefes de servicio-que eran los más “fijos” de todos-sus derechos adquiridos: distribución de las guardias, menos carga de consulta; prioridad para los quirófanos, para las vacaciones, para las reuniones y congresos. Todos los fijos entendían-  les parecía justo-que los interinos eran de una categoría inferior; aunque, en general, éramos más competentes desde el punto de vista de conocimientos y habilidades. Esta situación viciada llevó a graves enfrentamientos en los servicios que hoy en día estamos pagando. Falto capacidad de adaptación, empatía y compañerismo profesional sobró-como casi siempre en nuestro gremio-personalismo, mezquindad, cortedad de miras. Nadie pensó que se jugaba la estabilidad a largo plazo de los servicios; impidió el desarrollo profesional de muchos cirujanos jóvenes condenados a ser contratados sólo para las guardias y otras modalidades de contratos basura; en fin consiguió enfrentar a una generación de cirujanos con el sistema-que prefirió la interinidad, casi permanente, por el poder que le daba frente a los médicos-; y con sus compañeros fijos que cegados con la defensa de sus derechos adquiridos fueron cómplices del maltrato que muchos cirujanos recibieron como único “agradecimiento” por su dedicación a los hospitales.

Tengo una vivencia  de mis 15 años de adjunto interino-sin contar la residencia-que se puede dividir en dos períodos: los primeros 5 años que pase en la Clínica Puerta de Hierro dedicado al trasplante hepático, en los que el ambiente de trabajo y la ilusión eclipsaron todos los problemas; y el segundo en que la interinidad me comenzó a parecer una humillación por agravio comparativo. Quizás lo que más me marcó fueron las oposiciones, a las que me tuve que presentar con todos mis residentes, igual que los repetidores de curso y malos estudiantes. En otra entrada detallaré mi peregrinaje por las oposiciones que estoy seguro se parecerá a la de muchos cirujanos de mi generación, pero debo de reconocer que a pesar de todo no me puedo quejar, por lo que me han comentado otros compañeros.

Sin querer he hecho una larga introducción para explicar mi teoría sobre cuál es el combustible, que a pesar del trato recibido, hace funcionar a un sistema sobrado de todo-pacientes, listas de espera, déficit- menos de energía.

Mi teoría sobre la energía que hace funcionar el sistema sanitario público tiene que ver con las leyes de la termodinámica-en mi inexperta interpretación-. El médico residente o adjunto joven lleno de: energía vital, de proyectos, de sueños de ser un cirujano de éxito, de empuje, de compromiso; llega a un hospital siempre ávido de energía, y es recibido por los médicos desenergetizados como una salvación: la energía renovada mantendrá en pie la empresa hasta que llegue la siguiente hornada. La segunda ley de la termodinámica viene a decir que es imposible convertir toda la energía en trabajo, siempre hay una pérdida que se denomina entropía.

Los recién llegados son virtualmente introducidos en un generador de ciclo combinado que permite a la empresa-sistema sanitario- funcionar, para esto es necesaria una combustión continua-síndrome del quemado (burnout)-que produce una energía perecedera y poco eficiente-sistema con alta entropía- para acabar indefectiblemente cumpliendo la 2º ley de la termodinámica: toda la energía no se puede convertir en trabajo; en nuestro medio la mayoría se pierde en labores burocráticas, mala organización, cotilleos, conspiraciones y movimientos defensivos.

Se requiere un plan “renove” para estudiar la aplicación de energías limpias y renovables-incentivación, carrera profesional, formación continuada, reconocimiento de la empresa y de la sociedad, recuperación de poder adquisitivo y valor social-, así como el reciclaje de otras fuentes poco explotadas o improductivas- es decir,  poner a trabajar a los que no lo hacen o al menos impedir que dificulten el trabajo-. Además de no volver a insistir en los errores: café para todos-remuneración basada en: ¿Qué hace? ¿Cómo lo hace? y ¿Cuánto hace?-, rigidez, burocracia, gestión de espaldas a los médicos, baja remuneración y gestión política de la sanidad.

Si no ponemos en marcha un nuevo plan energético la sostenibilidad del sistema está en peligro, hasta entonces seguiremos recogiendo las cenizas de los médicos quemados-o más bien incinerados- a mayor gloria del sistema sanitario público, sin olvidar la actitud de nuestros propios compañeros que juegan diferentes papeles: incendiarios, espectadores de la hoguera, bomberos o investigadores de nuevas energías.

 

Relacionados

TE PUEDE INTERESAR

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Más populares