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¿Qué debemos médicos y pacientes al Profesor José-María Segovia de Arana?

El Dr. Manuel N. Fernández Rodríguez, miembro de la 1ª promoción de Médicos en Formación de la Clínica Puerta de Hierro, estrecho colaborador y testigo directo de las actuaciones  del Dr. Segovia de Arana durante más de 50 años, describe en este artículo lo que supusieron las iniciativas del profesor fallecido hace una semana con el objetivo de que la nuevas generaciones de médicos conozcan la importante labor que realizó para modernizar el sistema sanitario español.    

 

¿Qué debemos médicos y pacientes al Profesor José-María Segovia de Arana? 

Recordar cual era el panorama de la medicina española hasta el año 1964 es esencial  para que quienes lleven menos de 40 años en el ejercicio de las profesiones sanitarias en España puedan entender lo que el Profesor Dr. José-María Segovia de Arana, el Dr Segovia, ha representado para el sistema sanitario de nuestro pais.  

Aparte de la llamada «Sanidad Exterior» (saneamiento y control epidemiológico),  hasta el año 1964 nuestro sistema público de asistencia médico-sanitaria estaba constituido  básicamente por el Seguro Obligatorio de Enfermedad (SOE), dependiente del Ministerio del Trabajo (durante años feudo del ministro Girón de Velasco) a través del  Instituto Nacional de Previsión (INP), titular de unos pocos centros sanitarios que eran poco más que hoteles con quirófanos y  se denominaban «Residencias Sanitarias» (pues el término  hospital era considerado por los políticos del momento como vejatorio para sus beneficiarios, la clase trabajadora) y que solamente prestaban asistencia quirúrgica y obstétrica a la población asalariada, excluidos los funcionarios.  Aparte existían clínicas o sanatorios privados (dedicados también básicamente a asistencia quirúrgica y obstétrica), los Hospitales Clínicos de las Facultades de Medicina, que eran auténticos reinos de taifas bajo la absoluta autoridad de los Catedráticos (y en los que el armamentario farmacológico lo constituían casi exclusivamente las muestras de medicamentos regaladas por los visitadores de los laboratorios farmacéuticos) y los Hospitales de Beneficencia, dependientes de diferentes patronos (organizaciones religiosas o benéficas, Ayuntamientos, Diputaciones  Provinciales o el propio Estado), así como un cierto número de sanatorios antituberculosos, leproserías y manicomios, todos ellos con precarios recursos. En todos estos centros la atención de enfermería era muy poco profesional y por supuesto que no existía personal técnico cualificado específicamente para otras funciones como las de laboratorios o radiología. Docencia sólo se daba en los Hospitales Clínicos y la investigación clínica y biomédica era rareza. 

Aunque todo esto parezca ante-diluviano, la realidad era así. En todo el país sólo había contados Centros hospitalarios de orientación moderna, entre los que destacaba el Instituto de Investigaciones Clínicas y Médicas, desarrollado en Madrid a partir de mediados de los años 50 por el maestro del Dr Segovia, el Profesor Jiménez Díaz,  centro que es hoy la Fundación que lleva su nombre. El panorama que se nos presentaba a los que salíamos de las Facultades de Medicina para el ejercicio de actividad asistencial eran  básicamente las de, en el medio urbano, conseguir un «cupo de cartillas de asegurados» para asistencia a beneficiarios del SOE o de mutualidades o aseguradoras privadas (para lo que había muchos aspirantes) o el ejercicio libre, en el que era difícil abrirse camino si no se contaba con padrinazgos; o, en el medio rural, donde se asentaba la mayoría de la población, conseguir mediante oposiciones plaza  de  «Médico Titular» de la llamada «Asistencia Pública y Domiciliaria» (APD), cuyo salario se complementaba con los ingresos que proporcionaban las «igualas» (que eran pactos entre el médico «titular» y las familias para la prestación de servicio médico básico a cambio del pago de mensualidades). La única opción para una formación del postgrado era la de matricularse, pagando, en alguna de las llamadas «Escuelas Profesionales» que funcionaban adscritas a cátedras de las Facultades de Medicina bajo el dominio del correspondiente Catedrático. Sólo en la Clínica de la Concepción del Profesor Jiménez Díaz funcionaba un sistema de internado-residencia, con precaria retribución.  Era potestativo de cada cual auto-titularse en la placa de su propia consulta como médico especialista en el campo de su gusto.

En esta situación, a mediados de los años 60 y por iniciativa del Ministro de Trabajo Romeo Gorría se plantea la transformación del SOE en Seguridad Social (SS) y la transformación de los centros sanitarios del INP en modernos hospitales, a cuyo fin se le encomienda al Dr Segovia (a la sazón Catedrático de Medicina en la Universidad de Santiago) la organización, como institución modelo, del Centro Nacional de Investigaciones Médico-Quirúrgicas de la Seguridad Social, Clínica Puerta de Hierro (CPH) , para lo que contó con la colaboración de quien fuera excelente e innovador cirujano, el Profesor Figuera Aymerich (a la sazón catedrático de Patología Quirúrgica de la Universidad de Zaragoza). El modelo que propusieron fue el de un Hospital con funciones de Asistencia, Investigación y Docencia (éstas hasta entonces explícitamente prohibidas en los centros del INP) organizado en Departamentos y Servicios, con plantillas jerarquizadas, en dedicación exclusiva en jornada de mañana y tarde, a servicio de la población asegurada y en cierta medida también a quienes no lo fueran. Todo ello resultó totalmente revolucionario … y nada bien acogido por la Organización Médica Colegial, dominada por profesionales bien establecidos en el ejercicio privado de la Medicina, capitaneados por el políticamente influyente Prof. Lafuente Chaos, Catedrático de Patología Quirúrgica de la Universidad Complutense y otrora presidente de la Federación Española de Fútbol.   De modo que para que el nuevo centro pudiera desollarse con arreglo al  plan propuesto fue preciso la promulgación de normativa legal específica que lo legitimara.

Para llevar a cabo el proyecto de la CPH los Dres. Segovia y Figuera apostaron por el reclutamiento para la jefatura de las diferentes unidades de médicos jóvenes (en torno a la edad de 30 años) de distintas procedencias con currículos prometedores y sólo de unos pocos facultativos ya consagrados, de edad poco mayor. Y junto a ellos una primera promoción de médicos recién licenciados (de la que fue miembro quien esto escribe) para seguir programas de unos 4 años de formación de postgrado en distintas especialidades, de contenidos poco definidos.  El modelo organizativo pronto se mostró exitoso y fue pronto aplicado a otros centros entonces de reciente creación como Ciudad Sanitaria La Paz (Madrid) o Ciudad Sanitaria Valle de Hebrón (Barcelona), siendo también utilizado para la transformación de las antiguas Residencias y para la organización de los centros de nueva creación  – si bien para la exclusiva atención a beneficiarios de la SS y con horario sólo mañanero  y sin requerimiento de dedicación exclusiva para los facultativos – cuyas plantillas de nutrieron de los médicos formados en los hospitales iniciadores del sistema. Ese fue el comienzo de lo que es la actual red de Hospitales Públicos de España, en el que la CPH fue centro de referencia e innovación en los 28 años que la dirigió el Dr Segovia, como sigue siéndolo cuando ya somos pasado todos los profesionales que participamos en darle nacimiento y cuando hay a todo lo ancho del país muchos centros hospitalarios de excelencia. 

Del sistema de formación de postgrado iniciado en CPH derivó el «Sistema MIR». Para su desarrollo y hacerlo aplicable de modo general era necesario precisar  los contenidos de los programas de formación para lo que el Dr. Segovia propició la creación de las Comisiones Nacionales de Especialidades Médicas y de su Consejo Nacional, del que fue su primer Presidente. En ello contó con la muy valiosa colaboración del Dr. Vicente Rojo (hijo del general defensor de Madrid en la Guerra Civil y Jefe de Cirugía Digestiva de CPH) y del Dr. Luis Hernando Avendaño (hijo del gran farmacólogo que fuera don Teófilo Hernando y Jefe del Servicio de Nefrología de la Fundación Jiménez Díaz). Consejo y Comisiones Nacionales de Especialidades  han venido regulando desde finales de los 60  la formación de postgrado en profesiones sanitarias en España, inicialmente sólo de médicos y posteriormente extendido a otros titulados superiores (farmacéuticos, biólogos, químicos). El nuevo planteamiento de la formación de post-grado fue inicialmente visto con recelo, cuando no oposición,  por buen número de Catedráticos de las Facultades de Medicina titulares de Escuelas Profesionales, hasta que el prestigioso Prof. Ciril Rozman, que dirigía la Escuela Farreras Valentí en la Universidad de Barcelona, se posicionó a favor del nuevo sistema. Dentro del nuevo sistema el Dr. Segovia lideró la creación de la especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria, de cuya Comisión Nacional  fue primer Presidente, con el objetivo de optimizar la asistencia primaria y con ello reducir la presión asistencial sobre el sistema hospitalario.

La inquietud del Prof. Segovia de Arana para modernizar la enseñanza pregrado de la Medicina fructificó al conseguir que, bajo su liderazgo, se organizara la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, sobre la base de utilizar como centros de docencia la CPH, la Ciudad Sanitaria La Paz y la Fundación Jiménez Díaz, a los que posteriormente se añadieron otros (Hospital de la Princesa, Hospital del Niño Jesús y Centros de Salud).  La nueva Facultad, de la que durante sus primeros 10 años el Dr Segovia fue su Decano, inició su andadura en 1969. El éxito de su innovador plan docente, reflejado en los puestos logrados por sus graduados en los concursos MIR, condujo a la reforma de los planes de estudios de las Facultades clásicas y a la incorporación de sus tradicionales Hospitales Clínicos a la red de la Seguridad Social.  

Paralelamente el Dr. Segovia se afanó en fomentar la investigación clínica y biomédica en los centros hospitalarios, propiciando la incorporación a sus plantillas de titulados superiores no médicos y que la Seguridad Social y la Industria farmacéutica convinieran en la creación de lo que actualmente es el Fondo de Investigaciones Sanitarias (FISSS), que ha sido fundamental para la financiación de esta vertiente de la actividad hospitalaria, de importancia fundamental para elevar la eficiencia asistencial y docente.

Su afán por modernizar el sistema médico sanitario español se extendió a la formación del personal de enfermería, para lo que propició la creación de una Escuela de Enfermería adscrita a CPH y a la Universidad Autónoma de Madrid, para la que bosquejó un plan docente innovador, cuyo desarrollo encomendó a doña Maria Paz Mompart, quien, a partir de su experiencia docente en  la escuela CPH, fue principal artífice en que los estudios de enfermería pasaran a tener nivel universitario. Y del mismo modo propició la creación de las nuevas carreras de Tecnologías Médicas, creando en CPH la primera Escuela Profesional que existió en España para la formación de personal técnico sanitario para cubrir las necesidades de asistencia, investigación y docencia en las áreas medico-sanitarias de Laboratorios y Técnicas radiológicas y de imagen.

Esta ingente labor de la que resultó la transformación de la actividad médico-sanitaria, de lo que era hace 50 años a lo que es hoy, dio fundamento a que al Dr. Segovia se le encomendaran otras funciones relacionadas con la Salud. Fue Presidente del Patronato de la Fundación Jiménez Díaz de 1979 a 1980 y también miembro del patronato o consejo científico de otras diversas fundaciones con fines de fomentar la investigación bio-médica; dirigió el FIS entre 1980 y 1986; entre 1981 y 1983 desempeñó la Secretaria de Estado de Sanidad; fue miembro del Consejo Ejecutivo de la OMS y de su Comité Consultivo Mundial de Investigaciones Médicas y en 1992 fue nombrado Presidente del Consejo Asesor del  Ministerio de Sanidad. Y  se le otorgaron diferentes distinciones como fueron la Gran Cruz de la Orden Civil de Sanidad, la Orden de Alfonso X el Sabio, las Cruces del Mérito Naval y Aeronáutico y el Premio Nacional Rey Jaime I de Medicina Clínica en 1993. Además, fue miembro de número de las Reales Academias de Medicina y de de Ciencias Morales y Políticas.

Quienes hemos sido miembros de la CPH, tanto en período de  formación como desempeñando plena capacidad profesional, sanitaria o para-sanitaria, hemos desarrollado muy mayoritariamente «sentimiento de pertenencia» al Centro, sintiéndonos imbuidos de lo que entre nosotros vinimos en llamar «espíritu Puerta de Hierro» . Espíritu que han llevado consigo muchos de los que, habiendo formado parte del centro, han continuado sus actividades profesionales en otros lugares, en España y fuera de ella. Se ha puesto claramente de manifiesto en la celebración en 2014 del cincuentenario de la creación del Centro, en cuyo acto participó el Dr. Segovia, como en su capilla fúnebre instalada en lo que es hoy el Hospital Universitario Puerta de Hierro Majadahonda (HUPHM) , el dia 5 de Enero de 2016, víspera del día de los Reyes Magos. Rey Mago ha sido, sin duda, el Prof. Segovia para el sistema médico-sanitario español.  Bien procedería que a la denominación del actual HUPHM se le añadiera el subtítulo de «Hospital Segovia de Arana».

Prof. Dr. Manuel-Nicolás Fernández.

Miembro de la 1ª Promoción de Médicos en Formación de CPH

Facultativo Emérito del HUPHM

Catedrático Emérito de la Facultad de Medicina de la UAM

 

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