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Opinión: “Por una sana y eficaz comunicación en las alertas sanitarias”

La actual epidemia de síndrome urémico hemolítico en Alemania se debe a una toxina producida por la bacteria E. coli O104 H4, sin duda, una rareza, pues hasta la fecha no había desencadenado una epidemia así, según explica en este artículo el especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública Juan Martínez. Por su dimensión y brusca aparición ha resultado una alerta internacional con repercusión en los medios de comunicación. Como el alimento fuente apuntado preliminarmente parecen ser pepinos cultivados en España, el autor opina que nos enfrentamos a un nuevo “culebrón mediático” del estilo al de la gripe A o al de las vacas locas

Madrid, 1 de junio 2011 (medicosypacientes.com)

El doctor Juan
Martínez.

El síndrome urémico hemolítico es una complicación no infrecuente de las diarreas causadas por Escherichia coli, pero aparece incluso después de pasar la diarrea por completo y sobre todo afecta a los niños. Por ?epimedia? entiendo la epidemia que, volcada a los medios, se convierte en una bola de nieve.

La actual epidemia de síndrome urémico hemolítico en Alemania se debe a una toxina producida por la bacteria E. coli O104 H4, una rareza, pues hasta la fecha no había desencadenado una epidemia así. Por su dimensión y brusca aparición ha resultado una alerta internacional con repercusión en los medios de comunicación. Como el alimento fuente apuntado preliminarmente parecen ser pepinos cultivados en España, se trata de uno de los culebrones mediáticos del verano que se avecina.

Hay que hacer alguna consideración que puede resultar interesante, para contrarrestar algunas opiniones aventuradas. Por ejemplo, se sugiere que al tratarse de alimentos ecológicos (o biológicos) el uso de abonos orgánicos podía estar en la base del problema. En mi opinión esto es muy improbable. El pepino crece en espalderas, o colgado en hileras pues las cucurbitáceas son enredaderas: no toca el suelo y nunca se contamina con abono. Las cooperativas lavan con agua clorada las hortalizas y el producto es transportado en cajas lejos del suelo. Todo este procedimiento es enormemente cuidadoso y poco proclive a la intensa contaminación que se precisaría para desencadenar esta epidemia.

Pues bien, la empresa productora dice tener confirmación escrita de que una carga de pepinos se cayó en el camión y el suelo del mercado de Hamburgo. Lo que me hizo recordar aquel importante brote interestatal de salmonelosis en los EEUU por consumo de marihuana. El origen de la contaminación de la droga fue el camión de transporte de cerdos que también ocultaba la droga.

Para que se produzca un brote explosivo por vehículo común (así llamamos a la epidemia que surge de una fuente única, por ejemplo un alimento) tiene que haberse producido un evento excepcional de contaminación. Y ello precisa que una importante cantidad de alimento esté en contacto directo con el residuo orgánico contaminado del tipo residuos fecales de granja, aguas residuales o restos de mataderos, principalmente. En el caso de las verduras de piel rugosa, el pelado o el lavado escrupuloso habrían evitado por completo el problema.

Otra opción, muy razonable, es que un alimento poco contaminado pase a un producto elaborado que permita el crecimiento explosivo de la bacteria. Podría ser el caso de las cremas y salsas a base de yogurt y pepino, muy del gusto centroeuropeo. Intentar explicar por qué afecta mas a mujeres y adultos es también importante, quizá esté relacionado con algún procesado del alimento en cuestión.

Una pregunta lógica que se hará la gente es por qué se supo pronto que el alimento sería uno u otro. La respuesta es un tipo de estudio epidemiológico llamado de casos y controles. Mediante un cuestionario se identifican los alimentos que han consumido todos los enfermos accesibles y como controles se eligen personas sanas del mismo entorno. Comparando la proporción de consumidores entre enfermos (~90%) y sanos (~60%), dos a dos, se determina rápidamente cual alimento predominó entre los afectados. Después se estudian estadísticamente todos los alimentos a la vez, para descartar los alimentos que se asocian entre sí, por mera casualidad, o los que potencian o reducen el riesgo.

Por eso se conoce cual es el alimento probable. Lo que no se ha puesto de relieve lo suficiente es el lapso temporal tan grande que existe desde la producción hasta el consumo. El largo recorrido de la comida hasta nuestro plato tiene momentos críticos como el transporte, el manipulado y el cocinado y conservación posterior, que pueden elevar su riesgo, o reducirlo, como sería el caso del lavado de las verduras.

Atribuir el pecado siempre al toponímico es como atribuírselo a mujeres, negros o judíos. Un acto fallido fruto de ideologías nefastas. Suelen ser los hechos, no los a priori los que explican un problema. Y en este caso la respuesta parece hallarse lejos de España.

Mientras tanto, el daño ya está hecho, el impacto económico en el sector afectado es demoledor. Y es que no aprendemos, de nada han servido precedentes como el de la carne de cerdo y la gripe A o el del vacuno y la encefalopatía espongiforme bovina. Definitivamente, no sabemos comunicar las alertas, ni en España ni fuera, y mi personal explicación es ésta: los que saben no son escuchados o no pueden hablar y los que son escuchados no saben en absoluto, o no lo saben contar.

Doctor Juan Martínez
Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública

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