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La generación de médicos que han permitido a la Sanidad Púbica nadar contracorriente: en recuerdo de Mari Paz Rodríguez Pérez

Los Dres. José Ramón Repullo Labrador y Luis Ángel Oteo Ochoa, profesores de la Escuela Nacional de Sanidad, y compañeros de la Dra. Mari Paz Rodríguez Pérez, la recuerdan como referente en la andadura de la Medicina Preventiva y Salud Pública en España en los últimos treinta años, especialmente en la evaluación y mejora de la calidad de los servicios sanitarios. Este martes se le realiza un homenaje en la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III

Esto iba a ser un obituario de una buena compañera y amiga: Paz Rodríguez Pérez; pero en el espacio público de esta Revista de la profesión médica española, debe ser trasformado en un homenaje a toda una generación de médicos y médicas en cuyas espaldas ha recaído la difícil tarea de asegurar la funcionalidad y calidad de nuestros centros y servicios sanitarios, en tiempos cada vez más complejos, inciertos y hostiles.

Estamos acostumbrándonos a la falta de reconocimiento a los que tanto han dado; la generación pionera que modernizó con talento el Hospital público español (licenciados de los años 70), y que reformó con voluntarismo y compromiso incondicional la Atención Primaria (en los años 80), ha quedado orillada sin pena ni gloria; algunos de sus protagonistas despedidos con una jubilación anunciada con cartas impersonales e inesperadas de sus instituciones. Esta generación pionera, injustamente tratada, cuando menos ha tenido la satisfacción intrínseca y trascendente de ver su obra plasmada en uno de los sistemas de salud de mayor calidad y reputación del mundo; ellos saben que forman parte de este “milagro”, y cuando menos les reconcilia con el esfuerzo y la ilusión derrochada.

Pero Mari Paz Rodríguez era de la siguiente generación, incorporada en la segunda mitad de los años 80. Su temprana muerte nos hace girar los ojos hacia los que vinieron después, y que no lo tuvieron nada fácil, porque cada tiempo tiene sus retos y sus dificultades. Retos de una medicina que se ha ido haciendo compleja, fragmentaria, intrusiva, y desarticulada; un desafío cotidiano que no tiene ni el glamur de la épica fundacional, ni la comodidad de una zona de confort bien asentada. La generación de Paz tuvo que afrontar muchos problemas para especializarse, encontrar trabajo, progresar profesionalmente, y hacerse un hueco en la bloqueada estructura piramidal de la medicina. 

Mari Paz se hizo preventivista; en el Hospital La Paz, donde volvió después de un período de trabajo en Planificación Sanitaria del Ministerio de Sanidad y Consumo; se interesó por la calidad asistencial; también por la gestión, como Subdirectora Médica del Hospital Gregorio Marañón. 

Tras una década de formación y experiencias, a mitad de los 90 se vino con nosotros a la Escuela Nacional de Sanidad, para ayudarnos a actualizar (¿quizás crear?) el cuerpo doctrinal de unas disciplinas de gestión sanitaria que se alejara de los tópicos y dominios hegemónicos de las escuelas de negocio, y se acercara a los nuevos paradigmas de las organizaciones profesionales, y a la necesidad de encontrar nuevos caminos para promover su buena gobernanza.

Fueron años maravillosos; pura energía; mente incisiva, trato cordial y colaboración leal; profesora cercana y siempre disponible que regalaba su tiempo a cualquier estudiante; buena persona, entrañable compañera, gente decente donde las haya.

La historia de Mari Paz le llevó a acompañar al Sistema Nacional de Salud en los principales retos adaptativos de la postmodernidad. Y ella quiso hacerlo en primera línea de combate; se nos fue al “Gregory” a dirigir un servicio que combinaba preventiva y calidad; allí entró con una enorme fuerza y creatividad en ese nuevo Servicio de Medicina Preventiva y Gestión de la Calidad. 

Desde esta responsabilidad fue evolucionando y creciendo en sus propios compromisos y competencias en un progreso continuo de superación y vanguardia: el fomento del enfoque preventivo moderno en el hospital; la evolución hacia modelos de calidad de mayor alcance y profundidad, que se pudieran fundir con las estrategias de modernización del hospital, y cristalizar en cambios culturales; la incorporación de la seguridad del paciente, y de las preocupaciones por la iatrogenia, la medicalización del malestar, la medicina intrusiva y el uso excesivo e inapropiado. 

Paz tenía energías sobradas para volcarse en la formación de grado (Universidad Complutense), en la tutoría y apoyo a los residentes, y en la formación de gestión clínica que desarrollamos en la Escuela. También para salir al extranjero a formarse y a aportar ideas innovadoras en la Organización Panamericana de la Salud. 

Su compromiso y generosidad, le llevaron a embarcarse en proyectos con sociedades científicas (de preventivistas y de calidad); para participar en nuevos entornos de investigación en servicios sanitarios, de los cuales tan huérfana está nuestra pobre estructura de generación y difusión del conocimiento. Nada fácil en la práctica, al ser su ámbito de especialización de naturaleza transversal se exigía interactuar con áreas/unidades organizativas y servicios muy jerarquizados e integrados, y en muchas ocasiones, con una cultura profesional muy refractaria a la gestión colaborativa de procesos multidisciplinarios y evaluación de resultados asistenciales.

Nuestra compañera Paz fue avanzada en su visión y comprensión del modelo epistemológico de la medicina moderna, de la nueva gestión clínica y de las transformaciones sociales que dinamizaban e interrogaban la vida laboral y organizativa de la profesión médica y de las instituciones sanitarias. Entendió con mucha claridad la encrucijada humana y social de los nuevos tiempos, y enriqueció su existencia desde una formulación filosófica, argumental, humanista, prudencial y trascendente al servicio de la sociedad. 

Su tierra y su familia tiraron de ella hacia la Salamanca natal; el Hospital de Salamanca se llevó a una persona extraordinaria, que, con su calidad humana, profesional y científica, aportó mucho en sus campos del saber habituales y otras disciplinas complementarias; y también en la organización y fomento de la investigación. 

Atravesó los duros años de la crisis, de la austeridad, de la pérdida de ilusión; de la dilución de los liderazgos profesionales; de la desmoralización de los médicos al constatar la indecencia de instituciones que salvaban bancos, pero dejaban erosionar a su sistema sanitario y a sus servicios de bienestar. Pero Paz resistió con el ánimo alegre y la disposición a trabajar intacta.

Los héroes anónimos no salen en los reportajes, ni reciben la póstuma gratificación de la historia. Mari Paz fue una representante de esa generación que sufrió diversos choques y fue capaz de resistirlos y sobreponerse calladamente desde su dignidad personal y grandeza moral, mantener los logros, y seguir haciendo avanzar a la medicina y la sanidad española. 

Estaremos siempre agradecidos con Mari Paz porque nos ha permitido identificar en su trayectoria de vida, lo más noble, virtuoso y ejemplarizante de la condición humana, y que hoy en nuestra cultura avanzada de la medicina científica, social y humanística, denominamos nuevo profesionalismo médico; integridad en el ejercicio profesional, excelencia competencial, una filosofía de valores irrenunciable y la primacía del bien común. 

Este martes, a las 17:00 horas, en la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III, nos reuniremos para recordar a Mari Paz y para, a través de ella, reconocer la labor de tantas personas con las que la sociedad española está en deuda; una generación de grandes profesionales y personas, que ha tomado el relevo y espera entregarlo en la próxima década tras cumplir con su labor, en condiciones nuevas y no fáciles. También lo emitiremos en streaming para los que no puedan venir… https://youtu.be/wzcA4pr9B-Y 

Porque los héroes anónimos no son olvidados; forman parte de una cohorte de pares, de compañeros de viaje, de pacientes, de amigos. Personas que pueden dar testimonio de su calidad humana y de su excepcionalidad profesional. Para nosotros no son anónimos; para todos nosotros, Mari Paz, tu persona y tus obras no caerán en el olvido. Esa es nuestra tarea, y nuestro compromiso, trasmitir y compartir tu legado.

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