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Dr. Vicente Andrés: «El Dr. Juan Negrín López y la Historia de la Medicina: ¿Un caso de damnatio memoriae? (III)»

El Dr. Vicente Andrés, Doctor en Medicina, Diploma Superior en Bioética y Máster Universitario en Filosofía Práctica, se centra, en esta tercera entrega de artículo de opinión, la vida profesional del Dr. Juan Negrín López que "no ejerció nunca la profesión médica. Es posible que esta distancia de la praxis médica"

Dejamos a Juan Negrín en 1920, ya revalidados sus estudios de Medicina y habiendo obtenido un nuevo doctorado el 26 de junio, quedando a punto de acceder a la Universidad Central con pleno derecho, para así poder opositar a la Cátedra de Fisiología de la Facultad de Medicina, siguiendo con su vocación docente.

En julio de ese año se convoca concurso-oposición. Entre los opositores se encontraban su exalumno José María del Corral y Carlos Jiménez Díaz[1]. El primero sería el titular de la cátedra, una vez terminada la guerra, tras desposeer a Negrín de la titularidad. El segundo sería famoso por su relevancia clínica.

El 22 de febrero de 1922, como refleja el acta, «…, el Tribunal por unanimidad propone para la Cátedra de Fisiología humana, vacante en la Facultad de Medicina de la Universidad Central, al opositor Don Juan Negrín y López»[2]. El 4 de marzo del mismo año, es nombrado catedrático. A partir de ese momento, el Laboratorio de Fisiología de la Residencia de Estudiantes se libera de las prácticas que pasan a realizarse en la Facultad bajo la dirección de José Domingo Hernández Guerra (1897-932), paisano y colaborador desde 1916, en el laboratorio de la Residencia, junto a José María del Corral García (1889-1971), ya citado. Con ello, el Laboratorio se centraría aún más en la investigación.

A partir de ese momento, se vinculan a la Escuela fisiológica madrileña iniciada por José Gómez Ocaña, una serie de jóvenes que van a tener una considerable importancia posterior. En 1925 lo hacen Severo Ochoa y José María García-Valdecasas, Ramón Pérez-Cirera, Blas Cabrera Sánchez, Rafael Méndez Martínez, Francisco Grande Covián, José María Rodríguez Delgado, entre los de mayor significación. Por la dependencia que el laboratorio tenía de la Junta de Ampliación de Estudios, pudieron ser becados para ampliar estudios en el extranjero; la mayoría fueron a Alemania.

Las investigaciones van orientándose paulatinamente hacia la bioquímica: creatina, calcio, bioelementos, remarcando así el carácter químico-biológico de la fisiología; pero las explicaciones sobre aminoácidos y proteínas no eran bien entendidas por los alumnos, por la escasa preparación previa y porque ellos esperaban aprender fisiología humana y en ese momento no apreciaban la relación existente. La elección de Negrín como secretario de la Facultad de Medicina, permitió a este poder demostrar de nuevo su capacidad organizativa. Inició cambios pedagógicos, no solo en su asignatura, modificando la enseñanza que hasta entonces se recibía y buscando estimular otras inquietudes en el alumnado. En julio de 1926 Negrín propone desglosar la asignatura en dos cursos: «el primero, que podía abarcar Fisiología General y Celular, Bioquímica descriptiva y Química Física Biológica y denominarse Fisiología General y Química Fisiológica; y el segundo, Fisiología de los aparatos circulatorio, respiratorio, digestivo, la Fisiología de la nutrición en el recambio y secreciones del sistema nervioso y sus sentidos, y de la reproducción, y denominarse Fisiología Especial»[3]. Este nuevo plan de estudios sería aprobado el 14 de junio de 1928, en el segundo curso de la carrera se impartiría Fisiología General y Química Fisiológica y en el tercero, Fisiología Especial y Descriptiva[4].

Desde esta posición de secretario de la Facultad y como catedrático de Fisiología promovió la creación de la Escuela de Profesores de Educación Física[5], allí se cursaría una asignatura de Fisiología de la Educación Física, creándose una plaza de profesor cuya titularidad obtendría Blas Cabrera Sánchez, otro de sus discípulos.

Negrín no ejerció nunca la profesión médica. Es posible que esta distancia de la praxis médica, con lo que supone la relación con el paciente, esa aplicación del conocimiento que tiene que contar con el factor humano y que tanto modula el carácter del médico, pudiera haber condicionado lo que ocurriría después, en el transcurso de la guerra, cuando el ser humano individual y personal queda tan desdibujado, casi despersonalizado. Su actividad «asistencial» se limitó a crear un laboratorio de análisis clínicos, para aumentar sus ingresos, lo que consiguió eficientemente; sin embargo, pese a no tener contacto directo con el enfermo, el laboratorio alcanzó fama debido a la minuciosidad de sus informes y su costumbre de aventurar diagnósticos que tendían a aumentar la certidumbre de los pronósticos. Así pasó con el doctor Novoa Santos, que padeció un cáncer de estómago y también al predecir la muerte próxima de Ramón y Cajal en 1934, después de estudiar sus análisis[6].

Al aumentar la labor ejecutiva y su progresiva implicación en la actividad política, dejó poco a poco la investigación, lo que no dejó de apoyar fue, desde su condición de catedrático, a sus discípulos y colaboradores. Corral consiguió la cátedra de Fisiología en Santiago, el año 1923; Sopeña igualmente en Santiago en 1927; Hernández-Guerra, en Salamanca y García-Blanco en Granada, ambos en 1926; José Puche en Valencia en 1930; José María García-Valdecasas en Salamanca en 1933; Rafael Méndez, la de Farmacología en Cádiz en 1934.

Y su interés por los alumnos de Medicina, como ya se ha comentado, tampoco decayó. Modernizó los estudios universitarios y no dejó de insistir, junto a su colega y amigo Pi i Suñer, a las autoridades educativas, lo que culminó en el nuevo plan de estudios en 1926. El estímulo constante de los estudiantes para interesarlos por la investigación, incitándoles a la búsqueda de bibliografía actualizada y consiguiendo a la par, una mejora constante de la dotación de los laboratorios para facilitar el estudio de la química biológica.

Aunque con menor dedicación a la investigación y ya volcado en la bioquímica, «completó sus estudios sobre metabolismo fundamental y bioelementos iniciados en el periodo anterior; realizó, asimismo, tímidas investigaciones sobre «la química de los líquidos biológicos y tumores», “la función cutánea” y “el problema de la alimentación parenteral”»[7].

Sus cualidades organizativas y ejecutivas se pusieron de manifiesto como secretario de la Junta de la Ciudad Universitaria, reestructurada en 1931, con la llegada de la República, por la Ley del 22 de octubre. Aquí, por iniciativa suya, se crearon becas para estudiantes, pagadas con fondos de la Ciudad Universitaria. Y llevó a la práctica su idea de que «las diversas edificaciones se podrían finalizar en etapas sucesivas, aunque se utilizaran parcialmente durante un cierto tiempo»[8].

El año 1929 marca en Juan Negrín, posiblemente, un punto de inflexión. Es el año en el que, de la mano de los periodistas Luis Araquistáin y Julio Álvarez del Vayo, ingresa en el PSOE. En mayo y diciembre de ese año publica en El Socialista, sendos artículos que siguen mostrando su vínculo con la universidad y la ciencia, pero ya el científico y docente se ha convertido en militante político, una actividad que irá poco a poco ocupando su tiempo y determinando su vida. Tales artículos tienen por título «La democratización de la universidad» (28 de mayo de 1929) y «La ciencia y el socialismo» (3 de diciembre de 1929), respectivamente[9].

[1] Como indica Rodríguez Quiroga en «Juan Negrín López, su obra científica y universitaria», Asclepio-Vol. XLVI-1-1994, el número de opositores iniciales era mayor: Juan Negrín, Alfonso Medina, Carlos Jiménez Díaz, M. Bañuelos García, Celestino Lorenzo Torremocha, José M.ª de Corral García y Estanislao del Campo, pero solo se presentaron al final Negrín, Torremocha y del Campo.

[2] Barona, JL (2001). Achúcarro, Marañón, Negrín, medicina y compromiso, entre la experimentación y la política. Madrid: Nivola, p. 87.

[3] Ver Rodríguez Quiroga (1994), nota 72.

[4] Rodríguez Quiroga, A. (1996). Medicina e Historia, nº63 – 1996 (Tercera época). Barcelona: Centro de Documentación de Historia de la Medicina de J. Uriach & Cía, pp. 22-23.

[5] Ibidem, p. 23.

[6] Moradiellos, E. (2015). Negrín: Una biografía de la figura más difamada de la España del siglo XX. Barcelona: Península, pp. 71-73.

[7] Op. cit. Rodríguez Quiroga (1994), p. 168 y notas 80 y 81.

[8] Ibidem, p. 169.

[9] Ambos se pueden leer en la versión íntegra en Moradiellos, E. (2010). Juan Negrín. Textos y discursos políticos. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, pp. 3-13.

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