lunes, julio 8, 2024

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Dr. Kepa Urigoitia: “Predicando en el desierto”

El presidente del Colegio de Médicos de Álava, Dr. Kepa Urigoitia, denuncia en este artículo publicado en la Revista ICOMA de la corporación alavesa la falta de previsión ante las necesidades de profesionales médicos

Hace más de una década que algunos, entre los que me encuentro, alertábamos a la sociedad en general y a la clase política en particular sobre el problema de la falta de médicos que íbamos a tener a medio y largo plazo. Pues bien, ese anunciado medio plazo ya llegó y, desgraciadamente, ha venido a confirmar algo que no debiera haber ocurrido si se hubieran puesto los medios adecuados en su debido momento.

Estudios europeos han puesto de relieve esta falta a nivel de toda la UE por el propio envejecimiento de los profesionales sanitarios, sin una capacidad de recambio suficiente. Y la propia OMS ha advertido en un informe que durante los próximos años la situación podría agravarse debido al envejecimiento de la población.

Quienes ostentaban la responsabilidad del sistema no hicieron los deberes en su momento y esa indeseada escasez ha venido a formar parte de la imagen de nuestro presente sanitario. Un presente que, además, está sazonado con un desequilibrio geográfico, con una distribución irregular de los profesionales, dado que, como siempre que falta personal, el déficit es más acusado en las zonas menos atractivas, llegando a encontrarnos en algunos casos verdaderos problemas para la cobertura de sus plazas.

A pesar de nuestros repetidos recordatorios a las diferentes Administraciones sobre la diligencia de unos estudios serios sobre las necesidades de profesionales sanitarios a corto, medio y largo plazo; a pesar de nuestra insistencia en proclamar algo tan evidente como el incremento en el número de jubilaciones que se está produciendo y que va a ir en aumento en los próximos años; y a pesar de que estamos evidenciando el también incremento en el número de colegiados que deciden emigrar al extranjero en busca de una salida profesional. A pesar de todo eso, nos encontramos ante una tozuda realidad: estamos predicando en el desierto.

Si queremos disponer de un sistema sanitario que no solo recupere el resplandor perdido en estos años de recortes sino que vaya incluso más allá -lo que no es una quimera-, es preciso además de conocer las necesidades presentes y futuras de profesionales sanitarios en general y de médicos en particular, disponer de un adecuado sistema de formación y de la posterior capacidad de retención de éstos.

En cuanto a la capacidad de formación, España lo cumple sobradamente, pues ocupa los puestos de cabeza en el ranking mundial en número de facultades de medicina -muy por encima de lo aconsejado por la OMS- y dispone de un sistema de formación especializada MIR que es la envidia de muchos países de nuestro entorno.

Pero suspende claramente en su capacidad de abortar las rutas de salida de nuestros profesionales de la salud a terceros países, al no está siendo capaz de ofertar a las nuevas generaciones de médicos unas condiciones laborales y económicas dignas, sobradamente merecidas.

¿Cómo no van a llevarse a nuestros profesionales, con formación reconocida internacionalmente, aquellos países que además de reconocimiento profesional y social suman en algunos casos un reconocimiento económico que multiplica por varios enteros el que se le ofrece en el nuestro?

Políticas cortoplacistas, amparadas en la consabida crisis, están llevando a nuestra sanidad –gran conquista y motivo de orgullo de nuestra sociedad- a un deterioro lento, pero progresivo, en el que la pérdida de calidad pasará factura  a sus responsables políticos.

A los profesionales sanitarios en general y a los Colegios en particular no nos queda más que ser machaconamente repetitivos en la denuncia de la situación, aún a riesgo de lo que, por desgracia, es más frecuente: que maten al mensajero.

Si no se ponen los medios, lo peor puede estar por llegar. Evitémoslo entre todos.

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