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Dr. Garrote: “La pandemia desde Atención Primaria: una visión de un médico rural”

El Dr. Juan Manuel Garrote Díaz, médico en Coca (Segovia), explica en este artículo la visión de un médico rural de la pandemia de COVID-19 y destaca que “tras  meses de trabajo de una forma tan extraña, a la que no estábamos acostumbrados, hemos descubierto que es posible incorporar nuevos puntos de vista, nuevos estilos y nuevas formas de hacer nuestro trabajo”

Tras unos meses de la declaración oficial de la pandemia, me piden que haga una reflexión desde mi óptica de médico rural, y la verdad es que si humanamente tengo una sensación de profunda tristeza, profesionalmente mi sensación es de perplejidad.

Cuando, se declaró oficialmente la pandemia, mi esposa y yo llevábamos 7 días sintomáticos, por cierto en plenas vacaciones, sin sospechar que ese síncope o esas ganas de vomitar tuvieran que ver con la COVID; el caso es que en pleno auge ya estábamos tanto ella (enfermera) como yo en nuestros respectivos centros de salud.

El hecho de que cada día apareciera un síntoma distinto que distinguía la enfermedad y el continuo cambio terapéutico -una veces por rumores, otras veces por artículos científicos de otros países y otras por las indicaciones de la Administración-, nos hacía tener una desagradable  sensación de inseguridad públicamente manifiesta. Si a esto le sumamos la falta de material (mascarillas quirúrgicas que cambiábamos cada 4 días, conseguir el primer traje de protección gracias a una donación de una empresa del pueblo), ver como morían pacientes continuamente, los compañeros que también fallecían, o trabajar en un equipo que cada día disminuía en efectivos porque enfermaban, nos causaba un stress y una angustia muy difíciles de gestionar. A estas circunstancias de gran repercusión emocional se añadía el hecho de verte obligado a evitar al máximo el contacto físico con los pacientes, y no poder contactar con los pacientes de tu cupo -como consecuencia de la organización del seguimiento de la enfermedad-, sino con el grupo de patología que te correspondía ese día; es decir pérdida absoluta de longitudinalidad, que no ayudaba a tener la sensación de que tu trabajo fuera eficaz. Si añadimos que aquellos días fueron en mi zona especialmente fríos, y nos vimos obligados a mantener esperando en la calle a las personas sospechosas, a la intemperie, muchos de ellos con fiebre  y malestar, nos completa un cuadro muy distinto al que un médico desea para sus pacientes.

Creo que esta visión que planteo es muy parecida a la que percibimos la mayoría de los sanitarios de Atención Primaria, pero que en mi caso se mitigó un poco gracias a que comencé a comunicarme con mis pacientes por una red social.

La idea de tener una red social exclusiva con mis pacientes no surgió en torno al coronavirus, sino que ya desde hacía varios meses me estaba rondando, pues quería poder enviar mensajes sanitarios a los pacientes de Coca, el pueblo segoviano del que soy médico. Puse en marcha la idea a finales de diciembre de 2019, la verdad es que con un poco de miedo, porque quería que fuera para tratar temas generales, comunes a grupos de población, y evitar el efecto que se produce en redes sociales de discusiones particulares sobre algún asunto. 

La cuestión es que cuando comenzó el estado de alarma yo tenía ya unos 100 seguidores en un pueblo de unos 1800 habitantes, y me di cuenta de que según  se había organizado la Atención Primaria en la pandemia, había muy poco contacto emocional con los pacientes, pues la atención a la población se centralizó en los Centros de Salud, en mi caso concreto al Centro de Salud de Nava de la Asunción (los profesionales de los consultorios locales tuvieron que dejar sus consultas y trasladarse a su Centro de Salud de referencia), y las llamadas que allí se recibían eran atendidas por el médico asignado ese día a uno de los tres grupos de asistencia en que se organizó la atención: seguimiento de pacientes con coronavirus, diagnóstico de casos nuevos y atención al resto de pacientes, que es como se ha actuado en los tres primeros meses. De ahí me surgió la idea de acercarme a los pacientes de Coca con la red social Facebook, y así les comuniqué que abría este canal exclusivamente para los habitantes del pueblo; poco a poco fueron ingresando pacientes hasta llegar a los 450 seguidores que tengo en este momento.

Han sido muchas las personas que han querido entrar en este grupo privado, pero me parecía que si admitía su solicitud perdía la particularidad que quería mantener con los habitantes de la población y que constituye la esencia de la Atención Primaria: la longitudinalidad en la atención, el conocimiento previo del paciente al que tratas. Durante todo este tiempo hemos ido compartiendo peculiaridades que atañían exclusivamente al pueblo, tales como  organizar alguna salida determinada, o cómo localizar al médico en algún momento… el caso es que me permitía ir dando mensajes a los habitantes del pueblo que les concernían exclusivamente a ellos, por ejemplo las actividades que hacíamos en conjunto el Ayuntamiento y los sanitarios, les explicaba los nuevos tratamientos, o les  informaba de algunas citas de control radiológico. Ha sido todo raro y nuevo. Por otro lado, cuando algún paciente quería una consulta particular lo hacía por medio de Messenger. El hecho de haber padecido previamente la enfermedad me permitió estar activo durante todos estos meses, utilizando los medios de comunicación que tenía en mis manos, los ya mencionados y el teléfono móvil que nos facilita el Ayuntamiento, consiguiendo así estar a disposición de los pacientes durante todos los días de la semana y a cualquier hora del día. Yo era consciente de que igual que  nos pasaba a los sanitarios,  el miedo, mejor dicho el terror, también era un sentimiento que sufrían mis pacientes.

Creo que el uso de este teléfono móvil ha paliado  los grandes problemas de bloqueo de líneas telefónicas que había en todos los centros de salud, acercando el médico a la población, a la vez que me permitía atender a los pacientes también  en el periodo que por la organización teníamos que estar en nuestros domicilios, pues los sanitarios trabajábamos de forma presencial en el Centro de Salud semanas alternas. De este modo, aunque estuviera en casa, con el ordenador y el teléfono móvil podía estar en contacto continuo con cualquier persona que así lo requiriera (afortunadamente se nos facilitó desde el día 1 de abril el acceso a las historias clínicas en nuestros ordenadores personales).

A mediados de mayo,  cuando el Ministerio de Sanidad y la Gerencia de Asistencia Sanitaria lo permitieron, me trasladé nuevamente a mi consultorio local de Coca, continuando con atención no presencial a los pacientes, ya que es imperativo atender en zonas específicas a los pacientes sospechosos de COVID (al no poder disponer en la consulta de circuitos separados para pacientes no sospechosos y sospechosos de coronavirus, éstos últimos solamente se atienden en el Centro de Salud de Nava de la Asunción): cuando tras conversación telefónica se descarta razonablemente el padecimiento de la enfermedad, podemos atender presencialmente en el consultorio a quien lo solicita.

Con el fin de paliar estos inconvenientes, solicité al Ayuntamiento un sistema Wi-Fi para poder hacer videoconferencias con los pacientes, y comencé a utilizar este método para hablar con los que así lo querían (lo sigo haciendo), y la verdad es que era muy reconfortante para ellos pues muchos no habían visto a nadie durante este periodo.

El resultado de estas acciones ha supuesto que en la actualidad las personas que están en el grupo de facebook conforman un conjunto de influencia y comunicación que se extiende a todo el pueblo.

Aunque estoy muy satisfecho de este método utilizado, tengo que reconocer que al principio lo pasamos muy mal, cometimos errores de comunicación muy importantes, pero poco a poco creo que se han ido solucionando. El caso es que yo creo que ha sido un instrumento muy válido de comunicación, de acercamiento emocional, de tratamiento médico y de empatía con todos los pacientes, y así ellos lo reconocen.

Queda una última cuestión y es que consecuencias positivas se pueden extraer, en general, de esta pandemia. Todas las guerras son terribles, y traen como consecuencia muerte, miseria y tristeza, pero también es cierto que derivado de acciones en esos periodos de tiempo, se consiguen avances en muchos sectores, sanitarios, de comunicación, de ingeniería…

Previo a la pandemia creo que se estaba viviendo un mal momento en el contacto médico/paciente en Atención Primaria: multitud de consultas presenciales  innecesarias, los sistemas informáticos, el exceso de trabajo administrativo, la comunicación entre los distintos niveles asistenciales… parecía que iba en contra de la sensatez; estábamos convirtiendo a los ciudadanos en pacientes dependientes del sistema sanitario. Tras estos meses de trabajo de una forma tan extraña, a la que no estábamos acostumbrados, hemos descubierto que es posible incorporar nuevos puntos de vista, nuevos estilos, nuevas formas de hacer nuestro trabajo, que podemos incorporarlas en nuestro diario, y que antes no podíamos imaginar, interconsultas con el hospital de forma telemática y de rápida resolución, no ver las salas de espera llenas solamente para renovar recetas o partes de confirmación de baja laboral y que el teléfono puede solucionar, en fin aplicar los recursos existentes en optimizar la atención a los pacientes. Espero que más pronto que tarde pase esta pandemia, que podamos entrar con más libertad en los centros sanitarios, tanto Centros de Salud como hospitales, pero que no exista ese exceso de personas paseando por los Centros sanitarios por cuestiones banales o que pueden resolverse con las herramientas que son las nuevas tecnologías.

 

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