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La temida meningitis

Aunque cada vez es menos frecuente, los niños son las principales víctimas. Sus síntomas pueden confundirse con un simple catarro, pero ante cualquier sospecha se debe acudir inmediatamente al médico. En la actualidad, se cuenta con efectivos tratamientos y vacunas para combatirla

Madrid, 17 de enero 2009 (medicosypacientes.com)

Sólo pronunciarla, produce pavor a los padres. La meningitis, tradicionalmente, se asocia a secuelas graves e incluso a casos de mortalidad. Por suerte, son consecuencias que pertenecen, cada vez más, al pasado. La meningitis es una enfermedad infecciosa del Sistema Nervioso Central que consiste en una inflamación de las meninges, unas membranas que rodean al cerebro y la médula espinal. En la actualidad, existen tratamientos antibacterianos potentes y vacunas eficaces que han reducido en un gran número la incidencia de meningitis, sobre todo por meningococo.

La meningitis bacteriana, es la más peligrosa, aunque ha disminuido su incidencia debido a las mejores condiciones socio-sanitarias en la población y de vacunas. Además los pediatras diagnostican más precozmente los procesos infecciosos con lo que se evita que muchos casos se deriven en problemas más graves.

¿Cómo se transmite?

Basta con un simple estornudo, para contagiarse de meningitis ya que esta enfermedad infecciosa es provocada por un virus o bacteria que se puede encontrar en la nariz y garganta de personas sanas. Pero es necesario que haya un contacto muy estrecho para que se transmita ya que el virus o la bacteria de la meningitis no puede vivir fuera del cuerpo humano. La forma de contagio más habitual es por las gotas de saliva, las secreciones emitidas por la tos o el estornudo y al besarse.

La infección se desarrolla entre los 2 a 10 días del contacto con el germen y para evitar consecuencias graves debe ser tratada antes de las 24-36 horas.

Los niños, principales victimas

En principio cualquier persona puede padecerla pero es más habitual en niños y jóvenes. Su incidencia es uno por cada 100.000 habitantes de los cuáles más de la mitad son menores de 15 años. Pero se presenta, principalmente, en niños de entre 3 a 8 meses, debido a que su sistema inmunológico no está lo suficientemente desarrollado.

Tipos de meningitis

Existen dos tipos de meningitis: bacteriana y vírica. Esta última es la más frecuente y también la menos peligrosa, aunque ambas deben detectarse a tiempo para evitar consecuencias graves. En cuanto a la meningitis bacteriana, los tres microorganismo que con mayor frecuencia la originan son:

  • El Haemophilus influenzae sólo provoca meningitis en los niños menores de 5 años. Hay una vacuna contra esta bacteria.
  • El Meningococo, que afecta a todas las edades aunque en especial a niños y a jóvenes. Hay varias familias de meningococos, en España las más frecuentes son las conocidas como el tipo B y C. Por el momento solo hay vacuna eficaz contra el meningococo C.
  • El Neumococo es el causante de meningitis en niños pequeños aunque esta bacteria produce, con más frecuencia, otras patologías como otitis o sinusitis. Es la segunda causa de meningitis bacteriana en España y la más grave debido a su alta mortalidad y secuelas. Desde hace pocos años hay una vacuna que protege contra varios tipos de neumococos aunque, de momento, no todas las comunidades autónomas la tienen incluida.

Las meningitis bacterianas son más graves y se deben tratar inmediatamente con antibióticos potentes. Si no se cogen a tiempo puede tener secuelas terribles como sordera, hidrocefalia, parálisis, defectos en el campo visual o incluso severas amputaciones.

Cuidado con los síntomas

Es difícil saber si un niño padece meningitis a simple vista ya que su síntomas se confunden con otras patologías mucho más leves como un simple catarro. Los principales signos de alarma son: fiebre elevada, vómitos, dolor de cabeza intenso, somnolencia, estado mental alterado, rigidez de la nuca o manchas de color rojo-púrpura en la piel (en este caso último, el pronóstico puede ser más grave por lo que hay que acudir inmediatamente al médico).

En los bebés las manifestaciones de la enfermedad no son tan evidentes. Por ejemplo, los lactantes de 3 meses a 1 año rara vez desarrollan el cuadro clínico de meningitis. En estos casos, la enfermedad se manifiesta en muchas ocasiones sin fiebre, vómitos ni rigidez de la nuca, aunque si suele haber convulsiones, llanto anormal, rechazo de alimentos o somnolencia.

Ante cualquier sospecha de que el niño presente alguno o varios de estos síntomas se debe acudir inmediatamente al pediatra o al servicio de urgencias hospitalarias.

La prueba para asegurarse si se padece meningitis es el análisis del liquido cefalorraquídeo que se extrae con una aguja a través de una punción lumbar. En caso de confirmarse, el niño deberá ser inmediatamente hospitalizado tanto si padece meningitis vírica o bacteriana. La enfermedad suele durar una media de 15 días. Normalmente las víricas requieren menos tiempo de ingreso. Las meningitis producidas por bacterias se trata con antibióticos severos por vía intravenosa y en el caso de que sean producidas por un virus se curan solas.

Ante cualquier duda hay que acudir al pediatra. Si la meningitis que padece el niño con el que se ha tendido contacto, es de origen vírico, por lo general, no hace falta ninguna medida preventiva. En los casos de meningitis bacterianas, se le administra al niño un medicamento durante unos días además de una vacunación adecuada.

También los padres y familiares cercanos, si el especialista lo cree conveniente, deberán someterse a una profilaxis. No hay que olvidar que los adultos también pueden contagiarse de meningitis.

Riesgo de padecerla

Los guarderías, centros de educación infantil, colegios, etc., por su hacinamiento y el contacto cercano entre los niños, multiplican la probabilidad del contagio de la meningitis. Asimismo, cuando se dan una serie de factores como malas condiciones de vida, higiene, hacinamiento o contactos íntimos (por ejemplo, entre adolescentes) se favorece, también, el contagio.

Según algunos estudios, se ha sugerido que puede haber una predisposición genética a la infección, pero no esta confirmado. Las situaciones de estrés y aquellas enfermedades que disminuyen la inmunidad pueden favorecer estas infecciones.

Asimismo, el contagio se puede producir en cualquier época del año aunque con el frío y la primavera son más frecuentes.

Vacunación…La mejor prevención

Sin duda, la vacunación es la mejor medida preventiva para la inmunización y prevención de la meningitis. Deben estar vacunados todos los niños y adolescentes. El calendario vacunal infantil en España recomienda y facilita la vacunación contra el Haemphilus influenzae tipo B y el meningococo C. En cuanto a la vacuna contra el neumococo no todas las comunidades autónomas la incluyen, aunque los especialistas aconsejan ponérsela al niño.

En general, se administran varias dosis en los dos primeros años de vida:

  • A los 2, 4, 6 meses para prevenir la meningitis producidas por H. Influanze, meningococo C y neumococo.
  • A los 18 meses o antes de los 2 años se administra otra dosis para reforzar la inmunización contra Haemphilus influenzae y neumococo.
  • La vacuna triple vírica que se administra a los 15 meses y 4 años previene también la meningitis víricas producidas por el virus de la parotiditis.

Por regla general, estas vacunas no producen fuertes efectos secundarios aunque pueden ocasionar una reacción local como inflamación en la zona donde se inyectan, fiebre leve o algún cuadro catarral en el caso de la vacuna de neumococo, pero en general los niños la toleran muy bien.

No sólo los niños deben vacunarse contra la meningitis, también adolescentes y adultos que no lo hayan hecho. En el caso de las embarazadas, también lo pueden hacer, aunque esto no significa que el niño quede inmunizado ya que los anticuerpos de la madre desaparecen en los primeros meses de vida.

Aunque la vacunación es la mejor prevención, hay que tener en cuenta que estar vacunado de meningitis no inmuniza de todos los gérmenes que la producen. Todavía no existe una vacuna contra el meningococo B, causante de un importante número de meningitis.

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