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La inseguridad alimentaria afecta a más del 26% de la población mundial

El último informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), difundido esta semana, va un paso más allá de la observación de las personas que pasan hambre e informa, por primera vez, acerca de otro indicador relevante como es la prevalencia de la inseguridad alimentaria que alcanza a más del 26% de la población mundial. En el estudio de la FAO se advierte, además, del aumento de la obesidad entre la población adulta y de la anemia, sobre todo, en mujeres

El último informe de la FAO va un paso más allá de la observación de las personas que pasan hambre e informa, por primera vez, acerca de otro de los indicadores insertados en el seguimiento mundial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: la prevalencia de la inseguridad alimentaria. 
 
Alrededor del 17,2% de la población mundial, unos 1.300 millones de personas han experimentado niveles moderados de inseguridad alimentaria. Esto significa que no tienen acceso regular a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes: aun cuando no necesariamente padezcan hambre, se encuentran en mayor riesgo de padecer varias formas de malnutrición y mala salud. “Si se combinan los niveles moderado y grave de inseguridad alimentaria, la estimación asciende al 26,4% de la población mundial o a un total de alrededor de 2.000 millones de personas”, señalan los expertos de la Organización. 
 
La inseguridad alimentaria que vive actualmente una parte importante de la población, además de contribuir a la desnutrición, también influye en el sobrepeso y en la obesidad, lo que explica en parte la coexistencia de estas formas de malnutrición en muchos países.
 
En 2017, el sobrepeso afectaba a más de 38 millones de niños menores de cinco años; África y Asia representaban el 25% y el 46% del total mundial, respectivamente. La anemia en las mujeres y la obesidad en adultos también están aumentando a nivel mundial: una de cada tres mujeres en edad reproductiva padece anemia y más de uno de cada ocho adultos, o más de 672 millones, son obesos.
 
El problema de la obesidad es más significativo en América Septentrional, pero resulta preocupante que incluso África y Asia, que siguen presentando las tasas de obesidad más bajas, también estén mostrando una tendencia ascendente. Además, el sobrepeso y la obesidad están aumentando el riesgo de enfermedades no transmisibles, tales como diabetes de tipo 2, hipertensión, ataques cardíacos y algunas formas de cáncer.
 
En todos los continentes, la prevalencia de la inseguridad alimentaria es ligeramente más elevada entre las mujeres que entre los hombres. Las perturbaciones económicas también han prolongado y empeorado los efectos de los conflictos y los fenómenos climáticos en la inseguridad alimentaria aguda y requirieron asistencia humanitaria urgente en los países sujetos a crisis alimentarias.
 
El informe de la FAO insta a adoptar medidas en dos frentes: el primero, salvaguardar la seguridad alimentaria y la nutrición por medio de políticas económicas y sociales que ayuden a contrarrestar los efectos de las desaceleraciones y los debilitamientos de la economía, tales como garantizar los fondos para las redes de la seguridad social y garantizar el acceso universal a la salud y la educación; y, el segundo, hacer frente a las desigualdades existentes en todos los niveles por medio de políticas multisectoriales que permitan lograr formas sostenibles de escapar de la inseguridad alimentaria y la malnutrición.
 
Desaceleración y desigualades, motores del aumento del hambre
 
“La desaceleración de la economía tiene efectos bastante nocivos, porque se ve reflejada en problemas de desempleo, en problemas de salarios, etc. Y eso llega a aminorar el poder adquisitivo de los hogares. Son los más pobres y los más vulnerables los que se ven menos preparados ante la eventualidad de los eventos económicos adversos”, aseguró Marco Sánchez Castillo, experto de la FAO.
 
Sánchez destacó, además, otro aspecto del sistema económico actual que está causando el hambre, son las desigualdades: “las desigualdades en el ingreso y las desigualdades en el acceso a los activos productivos, como la tierra, el capital, los créditos, etc…y el acceso a los servicios básicos, como la salud. En países donde ha habido crecimiento económico, ese crecimiento no le llega a los más pobres para que puedan disminuir sus problemas de hambre e inseguridad alimentaria”.
 
Además, los conflictos y la violencia en muchas partes del mundo, la variabilidad del clima y la exposición a eventos climáticos extremos más complejos, frecuentes e intensos están mermando los logros alcanzados en la eliminación del hambre y la malnutrición.
 
Se puede acceder al informe íntegro a través de este enlace: http://www.fao.org/3/ca5249es/ca5249es.pdf
 
 
 
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