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Hay que estar preparados, porque en cualquier momento puede surgir un brote inesperado de cualquier enfermedad

En su discurso en el Foro Iberoamericano de Entidades Médicas, el presidente de la OMC, Juan José Rodríguez Sendín se refirió a las crisis sanitarias y destacó que ?en este escenario, el médico tiene que ser inexcusablemente un agente esencial; no sólo a nivel de investigación, sino también clínico y asistencial?

Toledo, 11 de mayo 2009 (medicosypacientes.com)

El Foro Iberoamericano de Entidades Médicas (FIEM), cuya reunión anual se ha celebrado este fin de semana en Toledo, ha abordado numerosos temas sanitarios y profesionales, de interés a ambos lados del Atlántico. Allí se ha hablado, tal como ha venido recogiendo ?Médicos y Pacientes?, de los cambios en la relación médico-paciente, de las nuevas estrategias sobre la declaración de Helsinki, de la crisis de recursos humanos que afecta a muchos de nuestros países y, cómo no, del impacto que la crisis económica mundial tiene sobre la salud y el mundo sanitario.

El presidente del Consejo General de Colegios de Médicos, Juan José Rodríguez Sendín, se ha referido de manera especial en su discurso a las crisis sanitarias y al papel esencial que debe jugar el médico en las mismas. Así ha señalado que, ?ante cualquier crisis de carácter sanitario, hay que valorar en su justa medida la situación y recursos disponibles así como las expectativas reales que pueden esperarse? y ha pedido que no se confunda la realidad con los deseos, puesto que en temas de salud ?el riesgo cero no existe y las crisis son inevitables?.

Precisamente por ello ha pedido ?un uso político responsable en los temas sanitarios?, recordando que ?cada día se hace más necesario aunar esfuerzos y voluntades, tanto nacionales como supranacionales, para crear conciencia y opinión sobre los problemas existentes?.

Reproducimos a continuación el texto completo de su intervención:

Palabras del presidente del Consejo General de Colegios de Médicos, Juan José Rodríguez Sendín, en el Foro Iberoamericano de Entidades Médicas?

?El 27 de septiembre del año 2007, en el transcurso del II Encuentro de la Comunidad Médica de Lengua Portuguesa, que se estaba celebrando en Brasil, surgió la necesidad de crear un espacio de intercambio permanente para comunicar, cooperar y lograr el consenso sobre ética médica y competencia profesional, entre las organizaciones médicas de Latinoamérica y la península ibérica. Ese deseo común se hizo realidad con la creación del Foro Iberoamericano de Entidades Médica o FIEM que poco después, hace ahora un año, celebró en Madrid su primera reunión internacional.

La demografía y la mala distribución de los recursos humanos fue el eje central de aquél encuentro y, aunque algo se ha avanzado desde entonces, es evidente que la mayoría de los países no han conseguido equilibrar sus procedimientos y legislaciones, y existen grandes vacíos en este ámbito.

No podemos olvidar que la mala distribución y aprovechamiento de los recursos médicos en los países desarrollados conlleva, con frecuencia, detraer a los países menos desarrollados sus recursos humanos, desabasteciendo así su asistencia sanitaria, y es preciso definir y establecer mecanismos que garanticen una asistencia sanitaria en términos de justicia y equidad.

Por todo ello se hace cada día más necesario aunar esfuerzos y voluntades, tanto nacionales como supranacionales, para crear conciencia y opinión sobre los problemas existentes.

Creo que la creación de este Foro ha sido el primer paso para institucionalizar una realidad alarmante, como es la emigración e inmigración de profesionales médicos, pero son muchos más los temas que configuran nuestra agenda sanitaria.

Los médicos tenemos mucho que decir en esta situación y debemos reclamar a los Estados la necesidad de poner en marcha políticas dirigidas a proteger y garantizar los recursos sanitarios de que disponen las zonas menos desarrolladas y hacer llegar nuestra voz a la sociedad, no sólo para que esté debidamente informada sino porque su propia voz es la que puede cambiar, en definitiva, la actuación política.

Respetando siempre las peculiaridades organizativas y estructurales, así como la realidad social de cada país, debemos trabajar en aquellos campos comunes que beneficien el desarrollo de la profesión médica y mejoren los estándares de calidad de que se van a beneficiar nuestros pacientes.

De aquél primer Foro salió un documento, la ?Declaración de Madrid?, en donde se pusieron en común todos estos planteamientos y ha servido de guía de trabajo para todas nuestras organizaciones en el transcurso de este último año.

También se concluyó allí la necesidad de rechazar el uso político de la sanidad, ya que no se debe consentir la utilización de la Medicina como instrumento político partidista. Nuestras organizaciones deben mantener su independencia y mirar únicamente a quien debe ser eje central de nuestra actividad, que no es otro que el paciente. Y en este cometido el compromiso social se deja sentir de forma muy especial ya que ambos, profesión médica y sociedad, nos necesitamos mutuamente.

En esta nueva jornada de trabajo que ahora nos ha reunido, son muchos e importantes los temas a tratar. Vamos a hablar de los cambios en la relación médico-paciente, de las nuevas estrategias sobre la declaración de Helsinki, de la crisis de recursos humanos que afecta a muchos de nuestros países y, cómo no, del impacto que la crisis económica mundial tiene sobre la salud y el mundo sanitario.

Ante las numerosas crisis que estamos afrontando cabría preguntarse si es que hay ahora más crisis que antes o si las actuales son más graves; y lo primero que debemos considerar es el término de ?crisis?, ya que se trata de un concepto muy subjetivo. La clave está en cómo se viven esas crisis y cómo las nuevas tecnologías han traído a nuestro círculo más cercano cualquier acontecimiento que suceda en cualquier parte del mundo. Hoy día, cualquier crisis, por muy local que parezca, puede tener un alcance internacional.

Los medios de comunicación nos hacen saber que vivimos en un mundo marcado por la pobreza, la violencia? pero es evidente que estamos muy lejos de padecer los millones de muertos que han dado las guerras y las epidemias de los últimos siglos. La conmoción social que proporciona la magnificación de cualquier acontecimiento no debe hacernos perder la perspectiva de que nos encontramos en un mundo mucho más avanzado y donde los tres millones de muertos de la gripe de 1918, por ejemplo, no pueden extrapolarse a la situación actual.

Ante cualquier crisis de carácter sanitario hay que valorar en su justa medida la situación y recursos disponibles así como las expectativas reales que pueden esperarse. No se puede ignorar que la muerte, la enfermedad y el dolor forman parte integral de nuestra existencia y que los poderes de la medicina son limitados. Por consiguiente no hay que confundir la realidad con los deseos y hay que apelar a un uso político responsable en los temas sanitarios. Dejemos bien claro que el riesgo cero no existe y que las crisis son inevitables.

Por otra parte, es imprescindible poner siempre las cosas en su contexto. Por ejemplo, la experiencia nos enseña que una pandemia de gripe no tiene por qué afectar a toda la población. Incluso si hoy se diese una pandemia de gripe con un virus similar al de la gripe de 1918, de los 62 millones de personas que podrían fallecer en todo el mundo, el 96% de estas muertes se producirían en países pobres. Simplemente mirando las estadísticas internacionales podemos ver que la expectativa de vida al nacer varía desde los 51 años en los países más pobres a los 78 años en los países más desarrollados. O la mortalidad infantil antes de cumplir el primer año de vida, cuyas diferencias van desde las 100 muertes por cada mil nacidos vivos, en los países con menos desarrollo hasta las 6 muertes por mil en los países con ingresos más altos.

En esta panorámica de desigualdades no podemos olvidar tampoco que cada día mueren en el mundo 27.000 personas por falta de acceso a medicamentos esenciales, que hay 57 países (36 de ellos en África) con una escasez extrema de trabajadores sanitarios, que el 50% del equipamiento médico disponible en los países en desarrollo no se utiliza simplemente por la falta de repuestos o la incapacidad para manejarlos), y no digamos nada de la falta de agua potable o de unas mínimas condiciones higiénicas en muchos lugares de nuestro planeta.

Pero al igual que la información llega de forma instantánea a cualquier lugar del mundo, las enfermedades viajan y se propagan a similar velocidad. Hoy sabemos que el incremento de los patógenos emergentes o re-emergentes es una amenaza real y ya han aparecido 409 veces en los últimos 50 años. La mayoría de los mismos proviene de animales y en ello juegan un papel crítico los viajes internacionales, la agricultura intensiva y la densidad demográfica de las grandes urbes.

El SARS, por ejemplo, produjo 774 muertes declaradas y tuvo un coste de 200.000 millones de dólares. Una posible pandemia de gripe aviaria por mutación del virus H5N1 que durase un año, daría lugar a millones de muertes en todo el mundo y costaría más de 800.000 millones de dólares.

En cualquier momento puede surgir un brote inesperado de cualquier enfermedad y por ello es necesario seguir avanzando en el conocimiento científico para evitar su aparición o al menos limitar sub propagación, mejorar la detección y estar preparados con todos los dispositivos sanitarios precisos para afrontarla en caso de que finalmente se produjese.

En este escenario, el médico tiene que ser inexcusablemente un agente esencial. No sólo a nivel de investigación (cada año se publican, por ejemplo, más de 40.000 artículos científicos en el campo de la medicina) sino también clínico y asistencial.

El médico asistencial es un elemento fundamental de los sistemas de vigilancia epidemiológica, detectando y notificando situaciones que pueden ser el inicio de una crisis. Pero además, el médico está considerado por la población como una fuente fiable de información y mantiene una cercanía con el ciudadano que no la tienen otros agentes políticos o administrativos, y no hay que olvidar que en la mayoría de las crisis una percepción exagerada de riesgo puede tener un impacto más negativo que la propia enfermedad en sí. Por consiguiente, debe darse a los médicos dentro de los sistemas sanitarios y de salud pública, el protagonismo que por formación, conocimiento y cercanía al paciente, les corresponde. Y así se debe hacer llegar a los medios de comunicación.

Esperamos que este Foro se consolide como un medio eficaz de aportar soluciones desde la vertiente profesional y política a los problemas médicos y sanitarios que están latentes a los dos lados del Atlántico, y que las conclusiones que presentemos el último día marquen de una forma prioritaria nuestra agenda de trabajo para el próximo año.

Sin embargo, no quisiera terminar sin dedicar antes unos instantes de recuerdo y sentido homenaje a dos compañeros que ya no están con nosotros, el D. Ángel Orozco, quien fue secretario ejecutivo de la Asociación Médica Mundial, y el Dr. Marco Antonio Becker, secretario general de la Confederación de Entidades Médicas de América Latina y del Caribe (CONFEMEL), uno de los médicos más representativos y comprometidos de la profesión médica, con el que la Organización Médica Colegial de España mantenía una estrecha relación. Ellos ya no pueden estar físicamente con nosotros, aunque sin duda su presencia se va a seguir haciendo notar por su compromiso permanente con la ética médica y la defensa de los valores de nuestra profesión en los que, a lo largo de estas jornadas, vamos a centrar nuestro trabajo?.

Juan José Rodríguez Sendín
Presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos

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