martes, abril 23, 2024

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El COM Cádiz analiza las repercusiones psicosociales de la pandemia con motivo del día internacional del voluntariado

El Colegio de Médicos de Cádiz (COMCADIZ) se ha sumado un año más al Día Internacional del Voluntariado para “reivindicar una labor que es posible gracias a tantas personas que aportan su disposición, experiencia y conocimientos y que se canaliza a través de entidades, organizaciones e instituciones”, como explicó la vicepresidenta primera del COMCADIZ, Carmen Sebastianes, en su presentación de la Mesa del Voluntariado que el COMCADIZ celebró el pasado jueves 2 y que en su novena edición ha estado dedicada a abordar las repercusiones psicosociales que arroja la pandemia así como las acciones de voluntariado generadas e implementadas en este tiempo desde distintas organizaciones

Carmen Sebastianes, representante a su vez de la Sección de Cooperación del Colegio de Médicos de Cádiz, se refirió al “papel imprescindible” de las redes de voluntariado, “que se hacen irreemplazables en la dinámica habitual de nuestra vida en comunidad”.

 
Para ayudar a enfocar el tema de esta Mesa, Carmen Sebastianes incidió en cómo la pandemia “ha tenido una incidencia muy negativa en colectivos que ya tenían cierta precariedad pero con la esperanza de que mejorara en un tiempo no muy lejano. La pandemia y sus consecuencias les ha abocado a un estado de necesidad inédito tanto en lo material como en lo emocional”, señaló.
 
“Todos nos hemos sentido vulnerables en la pandemia”
 
La presidenta provincial de Cruz Roja, Rosario García, explicó al inicio de la Mesa el impacto de la Covid-19 en la población atendida por esta organización y sus voluntarios a través del Plan Cruz Roja Responde, al que definió como “la mayor movilización de la historia de Cruz Roja en sus 156 años desde que se organizara en nuestro país, en cuanto a recursos, capacidades y personas, con un importantísimo apoyo social tanto económico como humano”. En Andalucía Cruz Roja colaboró a través del 112 en la atención y orientación en llamadas y en la realización de PCRs. En este tiempo de pandemia, un 22% de población nueva se ha incorporado a los servicios de asistencia de Cruz Roja, con un perfil muy diferente al de las personas que atendía previamente. “Son más jóvenes, hogares de mayor tamaño, más de origen español y con indicadores de pobreza muy superiores”, explicó Rosario García. En cuanto a su salud, el 56% afirmaba tener un estado regular, malo o muy malo, y entre los trastornos psicológicos o emocionales refieren con especial incidencia la preocupación, la tristeza y la depresión. Una de cada cuatro personas asistidas por Cruz Roja no contaba con red social o familiar de apoyo y, en positivo, se han establecido alianzas con otras administraciones, instituciones y organizaciones. Se ha producido además una afectación de género, de pobreza infantil, educación, brecha digital y falta de competencias digitales con problemas de escolarización y de aislamiento sobre todo en personas mayores. 
 
Sobre las expectativas de futuro, la presidenta provincial de Cruz Roja resaltó que más del 61% cree que su situación empeorará y por encima del 73% piensa que sus problemas se mantendrán o irán a peor. Asimismo responden que sin este tipo de ayuda la vivencia de la pandemia habría sido mucho peor. Como necesidades prioritarias, Cruz Roja mantiene el apoyo económico a necesidades básicas urgentes y para conseguir empleo. Rosario García finalizó afirmando que toda esta labor “habría sido imposible sin el pilar del voluntariado”.
 
“La del voluntariado es una generosidad sin fronteras”
 
Isabel Gomis, como presidenta del Banco de Alimentos de Cádiz, organización que da cobertura a casi 40.000 personas, habló del “cúmulo de experiencias y sentimientos que a pesar de no ser desconocidos no habíamos vivido antes tan de cerca”, como son la enfermedad, la pérdida, el desapego, el encierro o la confusión. “Los colectivos de voluntariado han tenido un denominador común: ha actuado y siguen actuando ofreciendo una respuesta solidaria hacia los más vulnerables, movidos por su profesionalidad y con una voluntad que nos ha hecho sobreponernos al miedo. Y lo han hecho con empatía –capaces de ponerse en el lugar de la persona necesitada- y altruismo –con una dedicación sin esperar nada a cambio”, expresó. La presidenta del Banco de Alimentos afirmó que “todos los voluntarios lo han sido de emergencia, llevando a cabo acciones rápidas, de cualquier índole y en condiciones precarias”. 
 
También señaló que “desde el principio del confinamiento nos dimos cuenta de que íbamos a ser un colectivo esencial y comenzamos nuestra adaptación. La primera medida fue prescindir de los voluntarios por seguridad y por tratarse la mayoría de población vulnerable. Se contó con equipos de trabajadores, con todos los protocolos higiénicos y llevando un control y seguimiento de entidades que tenían más necesidades y que crecían día a día”. Convenios de colaboración con empresas de alimentación y con donaciones de la hostelería, Nos tuvimos que hacer más visibles, reinventarnos mediante campañas de recogida de alimentos online con éxito y muchísimo apoyo de la gente de Cádiz. Captamos recursos económicos y realizamos por primera vez compras a gran escala, lo que nos permitió también optimizar recursos. La gran mayoría de colectivos necesitados y de beneficiarios los encontramos en las grandes ciudades con un aumento muy desigual de la pobreza social, destacando como más afectados las mujeres, los jóvenes, inmigrantes y discapacitados. Personas que han atravesado la línea de la vulnerabilidad de un día para otro. “Sin la generosidad de los voluntarios nada de lo que hemos hecho hubiera sido posible. Hay una generosidad que va aún más allá, que yo llamo la generosidad buscada y que se da cuando el voluntario llama a tu puerta y te pregunta qué necesitas. Es una generosidad sin fronteras, es la generosidad de la generosidad”.
 
“Todo el mundo debería tener un tiempo para hacer voluntariado”
 
“No seríamos humanos si no tuviéramos la capacidad de ser útiles. Qué sería de las administraciones si no hubiera tanta gente volcada en el voluntariado”, reflexionó la psiquiatra Julia Cano en su intervención. “Cuando alguien se compromete en situaciones críticas -como hacen tantos voluntarios- hay que saber dónde se va y cómo hacerlo. En esto las asociaciones han brindado una información espectacular”, indicó para afirmar que “del voluntariado nos enriquecemos todos. Julia Cano apeló a la comprehensión empática, “un proceso por el que ver por dónde podemos encontrar una salida, una firmeza que es la que verdaderamente ayuda y sana y facilita a otras personas su crecimiento”. Asimismo expresó que “la relación de ayuda es dinámica, madura en el tiempo y las personas que intervienen tienen que saber cuál es su trabajo, sin que se caiga en una relación de dependencia sino que busque la autonomía de todos”.
 
“El voluntariado -dijo- debe tener una primera responsabilidad que es con uno mismo, el voluntario tiene que cuidarse para no quemarse, moralmente no debe buscar reconocimiento o prestigio, puede que busque compañía o encubrir una inseguridad y, entre otros roles peligrosos, sentirse paternalista o autosuficiente”, describió.
 
“El voluntario -reclamó Julia Cano- tiene que manejar su intuición, no hay que despreciar la intuición. Todas aquellas personas que tienen el gen de la impotencia tienen el del voluntariado. El bienestar interior es muy importante cuando el exterior está en crisis” y dirigió unos consejos a los voluntarios, como el de “cuidar del cuerpo y organizar el tiempo. Con eso el bienestar está asegurado y, con él, el del de mucha gente que recibe nuestra ayuda. Poder decir “mi influencia en el mundo es una buena influencia” nos hace personas felices”.
 
“Había que llegar a todos los alumnos durante el confinamiento… no iba a ser fácil”
 
Manuel Martínez, profesor del CEIP Erytheia de San Fernando, ofreció el punto de vista del docente durante el confinamiento y el tiempo que le ha seguido “Qué ajenos estábamos todos – docentes, alumnado y familias- de lo que se nos venía encima”, expresó. Desde un primer momento, los centros educativos se organizaron sobre una programación en base a contenidos mínimos esenciales. “Había que llegar a todos nuestros alumnos, en situación de confinamiento, y no iba a ser nada fácil”, recordó Manuel Martínez.  Para afrontarlo, “era necesario un equilibrio entre la seguridad, las situaciones vulnerables en los hogares y el futuro académico. Nuestra responsabilidad era paliar el hueco que quedara en la estructura de conocimiento de los alumnos. Nos movilizamos para dar respuesta a la enseñanza no presencial, muy mediatizada por la tecnología y limitada por el nivel de formación en la elaboración de contenidos digitales”, explicó.
 
“Retomamos el pulso de la formación en un ejercicio de resiliencia educativa”, lo que según Manuel Martínez, “permitió descubrir que enseñar no es tan fácil, que requiere experiencia, conocer los mecanismos que se producen en niños y niñas cuando aprenden y sobre todo que se necesita paciencia”. Poco a poco “la rueda se puso en marcha y la inmensa mayoría no tiró la toalla”, dijo. Para el comienzo de este curso “teníamos claro que la actividad educativa debía continuar y que las tecnologías de la educación han venido para quedarse, tienen un efecto positivo en la comunicación directa vía internet entre docentes y padres y son una herramienta muy útil para el aprendizaje y el enriquecimiento de las capacidades del alumnado. Cada vez se planifican más actividades mediante estas herramientas, aprovechando recursos de la red y con la aceptación en general de las familias. Las circunstancias de la pandemia han generalizado y acelerado su uso”, apuntó. El nuevo reto de nuestro sistema educativo -a la par que antiguo-, que aspira a que todos en nuestra sociedad crezcan en igualdad de oportunidades, consiste en poner el foco en esa bolsa de población cuyo modo de vida no incluye las capacidades académicas. Lo lanzo para aquellas personas que sienten esa vocación de voluntariado”, propuso Manuel Martínez.
 
 
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