La doctora Mónica Lalanda ofrece una serie de reflexiones en este artículo a partir de un documento reciente de la Sociedad Española de Directivos de Salud (SEDISA), dedicado a la sostenibilidad y reforma de los servicios públicos
Madrid, 13 de junio 2013 (medicosypacientes.com)
«El enemigo vive en casa»
Mónica Lalanda. Médico de Urgencias
Cuando nos estábamos acostumbrándonos a recibir patadas de los Consejeros de turno, llega un tipo de coz nueva. Una que, por venir de dentro, resulta incluso más dolorosa.
La SEDISA (Sociedad Española de Directivos de la Salud) acaba de dar a luz un documento titulado «Compromiso de SEDISA con la sostenibilidad y la reforma de los servicios públicos» (1) que no tiene desperdicio. Incluye un bofetón en la cara de los profesionales y dos herramientas de mejora: el látigo y el guiñol. Merece lectura para ir entendiendo la hecatombe a la que nos dirigimos.
Coloquémonos en perspectiva: tenemos uno de los sistemas sanitarios más eficientes y baratos de Europa y los médicos españoles somos los peor pagados del viejo mundo. Además en los últimos meses hemos sufrido un ataque a nuestros ingresos y condiciones laborales mayor que cualquier otro colectivo. Trabajamos mucho, bien y por poco dinero.
Pues bien, los compañeros de SEDISA, y es importante recalcar lo de «compañeros» porque la mayoría de los gestores son médicos, empiezan su documento acusándonos abiertamente de ser vagos y maleantes. Nos echan en cara una baja productividad, alto absentismo laboral en sanidad (sin especificar grupos), bajo rendimiento de horas (60%) y pocas horas de actividad asistencial directa (50-57%).
Dado que el trabajo que realizamos no es fácil de medir (no es como el que pone un número de ladrillos o repone estanterías en un supermercado) y que la capacidad de medir cosas en nuestro país es nefasta, esta afirmación resulta sorprendente. Todos conocemos a algún compañero más vago pero la sensación general entre los médicos, es de trabajo intenso. ¿De donde sacan pues estas cifras? Pues de la manga (2). La manga, en este caso es una consultora privada que allá por el 2010 admitió que aunque no existen datos ni estudios publicados sobre la productividad en el sector sanitario, ellos lo ha analizado en diversas ocasiones (en cuantos centros, tipos de centro, cómo, en que años….etc, no tiene importancia tampoco). Los médicos son unos vagos, lo escribo en un documento bonito, le pongo unas gráficas y todo el mundo se lo cree. Impresentable. No se puede arrojar esa calumnia sin una evidencia detrás. Ahí queda el bofetón.
El análisis continúa con mas reflexiones generalistas y algo superficiales, algunas insistiendo en que el problema somos nosotros, que estamos demasiado bien pagados, somos muchos más de los que se necesitan, cogemos muchas vacaciones y gozamos de tremendos complementos de productividad y carrera profesional. Y por lo visto somos tan sinvergüenzas que nuestro objetivo es tener una seguridad laboral. Critica que «el régimen laboral sigue centrado en la estabilidad y blindaje del puesto de trabajo». De todos es conocido que un médico que cree que se puede ir a la calle en cualquier momento, se puede centrar mucho más en sus pacientes, claro, es esa vocación que nos corroe. Pero los de SEDISA tienen la solución, el látigo. Por una lado, proponen privatizar la gestión; de hecho todo el documento es sin pudor ninguno, una pura apología a la gestión privada (quizás quieren «blindar sus puestos» y comulgar ya con sus futuros jefes) y por otro hacer que el 40% (sí, oigan, que no sobra el cero) esté basado en productividad. El látigo de la justicia sanitaria. Hasta para los burros funciona mejor la zanahoria que el palo, pero para la zanahoria se necesita inteligencia, el palo, lo da cualquiera.
Vistos el bofetón y el látigo, pasemos a los guiñoles, el nuevo modelo de «cargo intermedio». Parece ser que los jefes de servicio pueden ser un gran contratiempo en los planes maquiavélicos de SEDISA. Muchos de ellos pueden tener un interés desmedido en hacer bien las cosas, en aplicar la ética a su trabajo o en preocuparse de sus pacientes en vez de intentar cumplir objetivos políticos. Si además están ahí por oposición, mucho peor, «los pata negra» (término usado en el documento) son los más temidos por los gestores que según su definición se suelen regir «por objetivos únicamente personales» y «ofrecen su lealtad al grupo antes que a la institución». Y aquí es donde entran los jefes guiñol o marioneta que cada vez veremos con más frecuencia; definición: «la experiencia en la sanidad pública es que los jefes más colaboradores con la institución suelen ser aquellos cuyo nombramiento es provisional y de libre designación que por tanto pueden ser removidos de sus puestos de manera discrecional si no están alineados con los objetivos institucionales». El reciente ejemplo de la destitución del jefe de digestivo del hospital Río Carrión de Palencia (3) y de las razones expuestas, es una señal del futuro que nos espera. Jefes «colaboradores», el gestor toca y ellos bailan.
Para rematar, hacen «una revisión sucinta de algunos de los informes sobre el sistema sanitario español que inciden especialmente sobre su sostenibilidad», pero curiosamente olvidan mencionar uno de mucho peso que ha sido liderados por médicos: «Profesión médica y reforma sanitaria. Propuestas para una acción inmediata» (4) Este informa ofrece soluciones que implican a los médicos, no los anulan; este no interesa, claro.
¿Hacen falta cambios? Sí, cambios estructurales profundos pero no basados en el pisoteo del médico. Pareciera que los gerentes no quieren profesionales válidos, eficientes y éticos sino una panda de esclavillos serviles, vulnerables, dependientes y manipulables. Tenemos al enemigo dentro. ¿Nos vamos a dejar?
4-https://www.cgcom.es/wp-content/uploads/drupal/profesion_medica_reforma_sanitaria.pdf
