jueves, abril 25, 2024

Portal informativo de la Organización Médica Colegial de España

InicioActualidad sanitariaDr. Ribera Casado: "¿Quién cuida de nuestra salud?"

Dr. Ribera Casado: «¿Quién cuida de nuestra salud?»

El doctor Ribera Casado recuerda a través de este artículo que conseguir una legislación a favor de la salud en materia de tabaco ha costado años de dura lucha para convencer a la autoridad sanitaria de turno y el esfuerzo mantenido de numerosas personas, colectivos diversos y sociedades científicas. Ahora, como dice, todo ello se quiere romper dando prioridad al eventual beneficio económico que puede representar un casino como Eurovegas

Madrid, 3 de junio 2013 (medicosypacientes.com)


«¿Quien cuida de nuestra salud?»

José Manuel Ribera Casado.
Académico de Numero de la Real Academia Nacional de Medicina

Cuando uno cree haber visto casi todo en este mundo de la política sanitaria, siempre pueden aparecer nuevas cosas que ensanchan los márgenes del asombro. Resulta que el llamado parque temático de Eurovegas si Dios no lo remedia, y parece que tiene otras cosas más importantes de las que ocuparse, nos va a caer sin remisión a los sufridos habitantes de Madrid. Nos prometen algo así como la gallina de los huevos de oro en la lucha contra el paro, al menos si la historia no acaba reconvertida en el cuento de la lechera. Mientras la cosa toma cuerpo se sigue «negociando». Aunque nadie parece sorprenderse por ello, ya es curioso que la discusión se plantea entre un particular, eso sí, «magnate» según la terminología oficial, y los responsables del gobierno de un país considerado del primer mundo. Se habla de plazos de ejecución y de fases, de los costes, de la financiación y de otras muchas cuestiones. Se llega a sugerir la posibilidad de modificar determinadas normas legislativas para satisfacer al promotor. No voy a comentar nada de ello por más que todo el proceso resulte bastante berlanguiano.

Me detendré tan solo en una de estas propuestas. La que tiene como objetivo, ni más ni menos, que revocar las disposiciones legales que impiden fumar en los locales cerrados cuando, como es el caso, se trata de casinos promovidos por tan ilustre mecenas. Los riesgos para la salud propia y para las personas del entorno, los llamados fumadores pasivos, son incuestionables, están absolutamente contrastados en la literatura científica y subyacen en las leyes que regulan este hábito.

Conseguir una legislación a favor de la salud en esta materia ha costado dios y ayuda. Años de dura lucha para convencer a la autoridad sanitaria de turno y el esfuerzo mantenido de numerosas personas, colectivos diversos y sociedades científicas. Ahora todo ello se quiere romper, al menos parcialmente, dando prioridad el eventual beneficio económico que puede representar un casino sobre el daño para la salud, evidente y demostrado, que recaerá en los varios cientos de miles de personas que, cada año, calculan sus promotores visitarán Eurovegas. Un beneficio económico que, en todo caso, habría que contraponer en ese mismo terreno con los costes en salud que generará el tabaco para esos visitantes. Este cálculo parece que de momento se ha obviado.

Hasta aquí no podemos hablar de sorpresa. Se trata de una batalla permanente en la que siguen empeñadas las compañías tabaqueras, de la mano en este caso de quienes aspiran a ver convertido en realidad el proyecto y, tal vez, también de las propias autoridades españolas. Cada cual vela por sus intereses y utiliza para ello los recursos que estima más adecuados. Lo que a mi juicio resulta verdaderamente asombroso es que en medio de la discusión se manifieste públicamente como adalid de la permisividad la persona a la que se ha otorgado la máxima autoridad en materia de salud dentro de nuestra comunidad. Que el Consejero de Sanidad de Madrid, Sr. Fernández-Lasqueti, responsable último de la salud de los madrileños, anteponga otro tipo de intereses a aquellos para lo que está nominado y que son los que justifican su sueldo, aparte de un contrasentido, representa, a mi juicio, un escándalo.

Me parece mal, pero podría entenderlo al fin y al cabo, que el responsable de economía de la comunidad, incluso el presidente de la misma, se posicionen en este campo. Uno y otro ya lo han hecho. Lo que nunca es concebible es que quien debe velar por la salud colectiva e individual de los madrileños se sume al carro de las medidas antisalud. Dicho sea con todo el respeto del mundo actuar así hace pensar en ese ejemplo tantas veces repetido que nos habla de poner al zorro para cuidar el gallinero.

Al hilo de este hecho cabe reflexionar sobre la justificación de los cargos públicos. ¿A quien se debe un cargo público? Al superior que le nombra o al ciudadano que paga su sueldo y le otorga su confianza. Un ministro, un consejero de una comunidad o un director general de cualquier departamento vinculado al mundo sanitario se supone que sólo se justifica si convierte su actividad en un esfuerzo continuado para mantener y mejorar este valor absolutamente prioritario para cualquier persona que es la propia salud. Las declaraciones de nuestro consejero, expuestas de manera diáfana y sin ningún pudor, van en el sentido contrario. Si de verdad cree en lo que ha dicho al menos se lo podía haber callado. O, más coherente, debería cambiar de bando y dejar el cargo. A lo mejor sus capacidades serían más útil en una consejería económica o en la encargada de la lucha contra el paro. No haberlo hecho le descalifica y añade alas a la sospecha de que el resto de medidas tomadas en estos meses y ampliamente contestadas por la ciudadanía puede que tampoco hayan tenido como guía principal el interés por la salud de los madrileños.

El tabaco daña seriamente la salud. Así reza en las cajetillas y es verdad. Fomentar su consumo desde el puesto de máxima responsabilidad en este campo es, en el mejor de los casos, un acto de frivolidad y de ignorancia. En el peor lo es de prepotencia, soberbia y desprecio al juramento hecho en la toma de posesión. Es inútil pedir dimisiones. Se trata de una palabra que no existe para nuestros políticos A falta de otro recurso apenas nos queda a los ciudadanos de a pié la esperanza de que la autoridad superior a nivel estatal decida, subsidiariamente, implicarse en la defensa de nuestra salud. Aunque sin demasiada esperanza de ser atendida, quede ahí mi petición.

 

 

 

 

 

Relacionados

TE PUEDE INTERESAR

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Más populares