jueves, abril 25, 2024

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Dr. Juan José Rodríguez Sendín: “Llama la atención que con la cantidad de recursos para buscar vacunas no dedicáramos una parte para la terrible soledad de los enfermos”

El Dr. Juan José Rodríguez Sendín, presidente de la Comisión Central de Deontología (CCD) del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) analiza, en esta entrevista, la pandemia de COVID-19 desde el punto de vista de la ética médica. Tal y como señala, “llama la atención que con la cantidad de recursos empleados en buscar vacunas no dedicáramos una parte para la terrible soledad de los enfermos”

¿Cómo ha vivido la pandemia como ciudadano y como médico? 

Como la mayoría de los ciudadanos. Por un lado, con gran preocupación y pena por los efectos de la pandemia y por las condiciones en que muchos ciudadanos, menos favorecidos o con dificultades sociales y económicas, sufrían las circunstancias impuesta por la enfermedad y el confinamiento. Por otro con mucho miedo a contraer la enfermedad dentro de la familia, lo que en mi caso ocurrió. Y todos los días pensando en el sufrimiento de los ingresados por ella y especialmente de aquellos que estuvieron tanto tiempo esperando en una residencia, cama hospitalaria o en una UVI a que llegara la muerte sin despedirse de sus seres queridos. Esto me parece horrible, produce escalofríos solo pensarlo. Que podemos decir cuando podemos fotografiar desde el espacio, desde miles y miles de kilómetros a cualquiera de estos enfermos y sin embargo no hemos sido capaces de hacer nada para evitar que tantos y tantos enfermos de COVID19 mueran en soledad. Llama la atención que con la cantidad de recursos empleados en buscar vacunas y medicamentos no dedicáramos una pequeña parte de ellos a buscar soluciones para la terrible soledad de los enfermos y en muchos casos abandono de los mismos.

¿Cómo ha afectado la pandemia a la toma de decisiones ético-deontológicas? 

La respuesta necesariamente tiene que ser genérica porque cada caso requiere un ajuste de la misma a la realidad y circunstancias de cada paciente. Ha generado especial controversia la necesidad de priorización de unos enfermos sobre otros. Cuando el SNS no pueda proporcionar la atención necesaria porque los recursos humanos tecnológicos o de protección disponibles sean insuficientes y no haya posibilidad real de aumentarlas, el establecimiento de prioridades más que necesario ha sido y puede seguir siendo imprescindibles y una obligación deontológica. Muchos profesionales han sufrido extraordinariamente al comprobar la discordancia entre lo que debían y podían hacer. Por lo cual tuvieron que aceptar la necesidad de decidir en qué pacientes se emplean determinadas terapéuticas y en cuales no pueden emplearse debido a la limitación de recursos. En esa situación se debe establecer una priorización para adecuar los recursos humanos y técnicos disponibles a la carga asistencial.

Para cumplir con la atención médica debida es necesario respetar los requisitos que establece la lex artis, aunque necesariamente no sean los óptimos. El principio de Justicia permite una distribución prudente de los recursos adecuando la aplicación de estos sin que ningún paciente pierda oportunidades por razón de edad, situación económica o capacidad de reclamación… Como definió el informe que la Comisión Central de Deontología emitió el 23 de marzo del 2020 ( https://www.cgcom.es/wp-content/uploads/drupal/u183/coronavirus-_n.p._comision_central_de_deontologia_en_relacion_a_la_priorizacion_de_las_decisiones_sobre_los_enfermos_23_03_20.pdf) el criterio fundamental debe aplicarse no con carácter general sino en cada caso particular y basado en las probabilidades de supervivencia de cada paciente. No pueden considerarse criterios de priorización ni el orden de petición de asistencia, ni el de llegada a los servicios de urgencias hospitalarias, ni solo la edad de los pacientes. En las situaciones clínicas muy avanzadas y con carácter irreversible no se debe proceder al ingreso hospitalario, lo que por otro lado es aconsejable siempre para evitar caer en la obstinación terapéutica. Pero es rechazable establecer límites a medio plazo para hospitalizar o ser atendidos basados exclusivamente en la edad del paciente sin individualizar y valorar la situación clínica de cada uno de ellos. En cualquier caso el medico ofrecerá a cada paciente lo que pueda ofrecerle pero no lo abandonará en ningún caso a su suerte (CDM art 6.2)

¿Cuándo empezó la primera ola que criterios éticos se siguieron para la priorización de material?No puedo contestarla porque los desconozco. Entiendo que con sentido común y con la intención de evitar el mayor daño posible. Cada profesional y directivo hicieron lo que pudieron y consideraron como lo más adecuado en cada momento. Ante la sorprendente extensión de la enfermedad y crecimiento imprevisto de la demanda asistencial no se disponía de los dispositivos asistenciales bien humanos y tecnológicos pues veníamos de una década de recortes y reducciones que no se habían corregido muy especialmente en atención primaria y salud pública.  Y lo que es peor en un primer momento no había donde adquirirlos porque el mundo entero estaba en situación similar. Pero menos aún se disponía de equipos de protección suficientes para una adecuada atención a todos los enfermos que lo precisaran. La crisis nos sorprendió y no es que no estuviéramos preparados, es que ni nos imaginábamos que pudiera ocurrir lo que ha ocurrido y asi mal se podía prevenir o responder a ello. Cuando se avanza tanto tecnológicamente se puede tener el espejismo de que todo lo que ocurra puede tener respuesta y solución incluso de que es difícil que nada nos sorprenda. Pero no es así ni mucho menos, nuestra labilidad como civilización y seres humanos sigue siendo como siempre muy frágil y el SARS2 ha venido a recordárnoslo y a minorar nuestra prepotencia. Los avances de la humanidad son notables pero con ellos han aumentado tambien los peligros que nuestra civilización ha creado y sigue creando. En todo caso solidaridad, transparencia, proporcionalidad y responsabilidad son y serán muy útiles para todo profesional que trabaje en situaciones limites como las que impone esta pandemia.

¿Cómo afecta la teleasistencia a la humanización de la Medicina? 

La pandemia COVID-19 nos ha obligado a replantear el ejercicio de la propia Medicina, no solo en ámbitos clínico-asistenciales, sino también en la forma de comunicación entre los propios profesionales sanitarios y entre estos y los pacientes, propiciando por necesidad nuevas formas de ejercicio médico.  

La medicina presencial ha sido y sigue siendo un modelo fundamental de indudable eficacia en la relación entre médico y paciente. Sin embargo, las nuevas tecnologías de la comunicación e información han venido para introducir cambios importante en el modo de hacer la asistencia médica sin abandonar, cuando es necesaria, la actividad asistencial presencial. Los medios telemáticos ofrecen oportunidades muy atractivas siempre y cuando se hagan sin otro fin que ayudar y mejorar la asistencia y respuesta a las necesidades de los pacientes. Y así por ejemplo en pacientes agudos, como en la continuidad asistencial sobre crónicos, la telemedicina está desplazando la prestación médica presencial de los hospitales y de los centros de salud, a los domicilios o a lugares donde está instalada la tecnología de telecomunicación. Lo cual supone aumentar la accesibilidad a ciertos servicios médicos imposibles para muchos pacientes en otras circunstancias, o bien disminuir significativamente costes (desplazamiento de pacientes, horas de trabajo perdidas, etc.), así como riesgos para la salud del paciente y de su familia. Es necesario que las diferentes administraciones ofrezcan los dispositivos y desarrollos necesarios para el acceso a estas oportunidades con garantías de todos los ciudadanos y profesionales, a lo que deben acompañar estrategias de sensibilización, formación que disminuyan la brecha digital y el miedo injustificado a utilizarlas.

¿Cómo se puede garantizar la confidencialidad y privacidad del paciente? 

La medicina telemática aporta nuevas virtudes al modelo médico clásico, y puede garantizar cuestiones tan esenciales como la intimidad, la confidencialidad y el secreto de los datos clínicos, de los que se puedan tener conocimiento, bien directa o indirectamente. Intimidad confidencialidad y secreto en medicina tiene más que ver con una actitud, compromiso, responsabilidad y exigencia permanente del profesional sanitario que con los dispositivos que se adopten.

¿Cómo puede afectar el uso de las nuevas tecnologías a nivel ético? 

Sin idealismo no merece la pena casi nada. Con esto quiero decir que todos los cambios tienen que tener en el horizonte unos razonables beneficios en este caso para la salud y mejor atención de la población. Pero todos los cambios suponen una nueva oportunidad para los riesgos y errores puesto que somos humanos. Sin ilusión y ganas de avanzar no introduciríamos nada nuevo en nuestro ejercicio profesional, pero se requiere establecer criterios y metodología adaptada a las nuevas situaciones, pero también sentido común para cuando algo no esté previsto responde adecuadamente a cada situación. No debería afectar negativamente a las exigencias deontológicas del ejercicio médico, quizás condicionar y obligar a nuevas exigencias, para lo cual es necesario que los sistemas telemedicina se acompañen de una normativa específica que regule esta práctica, respetando las reglas de privacidad y protección de datos, o sin violentar las normas de la buena práctica clínica. De nuevo me remito a un nuevo informe de la Comisión Central de Deontología de fecha 21 de junio del 2020 La telemedicina en el acto médico (https://www.cgcom.es/wp-content/uploads/drupal//u183/informe_e-consulta_ccd_10_06_2020.pdf) donde se consideran los aspectos deontológicos de una variante que complementara la actividad asistencial tradicional. Ese informe considera que la asistencia médica ofrecida mediante las nuevas tecnologías o sistemas de comunicación es un verdadero acto médico que completa la atención presencial del médico al paciente aportando eficacia y valor añadido no solo a la actividad asistencial y de cuidados, sino a las actividades de salud pública y vigilancia epidemiológica. El médico para cualquier decisión presencial o no, debe ponderar el beneficio/riesgo para el paciente y siempre que ambas partes, especialmente en situación de normalidad, queden satisfechas con la decisión tomada, que ha de ser consensuada y no impuesta por ninguno de los implicados. Sin olvidar nunca que la necesidad no puede ser sustituida por la conveniencia y así cuando resulte necesario o procedente realizar examen físico o prueba complementaria no será procedente ni admisible recurrir a la consulta no presencial.

La pandemia también ha afectado a la aprobación del nuevo Código de Deontología, ¿cuándo esperan que se reanude?

Nuestros reglamentos imponen la presencia física en Asamblea para la discusión y aprobación del nuevo Código que ya se había iniciado y que fue obligado interrumpir con la aparición del COVID19. Entiendo que al igual que las Cortes Españolas encontraron una formula extraordinaria teniendo en cuanta la imprevisible situación creada por la pandemia, en la OMC debemos encontrar otra como ha ocurrido con los presupuestos y proceder en Asambleas vía online al debate y aprobación del nuevo Código de Deontología que en esta ocasión como en ningún anterior contó con la distribución y participación de la colegiación.

Ni la OMC ni la profesión admiten paradas prolongadas más allá de lo razonable.

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